Mentira.
Mi abuela fue una persona importantísima para mí. Formó parte de mi vida hasta que el Alzheimer comenzó a devorarla y me atrincheré en la distancia y en mi carrera como pretextos para no verla y no hundirme viendo como la enfermedad la borraba y dejaba de ella sólo un cascarón en el que alguien a quien quería, que contribuyó a educarme como persona y a demostrarme lo que era ser una Señora (con mayúscula justificada) se perdía sin que pudiera hacer nada.
Aparte de la culpabilidad, de los siete años de culpabilidad y de evasión, escogí la salida fácil pero el vacío se quedó dentro y es obvio y evidente.
Mi abuela murió con 93 años, después de sacar adelante a una familia con nueve hijos en la que mi abuela, por ser suboficial de la armada, estaba cambiando de destino cada cierto tiempo. Tuvo que malvender las tierras y propiedades de la familia para poder sostener a mi madre y sus hermanos y, a pesar de todo, jamás perdió ni un ápice de la educación y el señorío que le dieron sus padres. Era una mujer inteligente, educada y cortés, hasta con quienes no se lo merecían. Si hubiera sido mala persona, habría sido la definición viviente de "taimada" pero no lo era. Fui el único de sus nietos varón y sólo perdió una vez su paciencia conmigo y porque yo fui especialmente tocacojones, así que ella no tuvo culpa.
Veo signos, quizás cosas triviales, en la conducta de mi madre, olvidos, despistes y quiero pensar que no le pasará a ella pero mi pesimismo no me deja. Existe la posibilidad, real, de que ella haya heredado los genes precisos y malditos, que a ella le ocurra, que sufra el mal de Alzheimer.
Veo en la prensa, en twitter, en los medios, los planes del partido con más posibilidades de gobernar en el futuro y se me hiela la sangre ante la desprotección social, ante los recortes, la vulnerabilidad de las personas frente a unas medidas que sólo beneficiarán a los pocos que ya tienen más que de sobra y que nada harán por las clases medias ni por los que menos tienen.
Me veo a mí, a mi carrera profesional, a mi hartazgo, a mi falta de contrato, de garantías sociales, de cotización y pienso en si tendría los recursos para afrontar que mi madre sufriese esa enfermedad infame y me quedo helado de miedo.