14 de Mayo de 1985.
Algo no salió como estaba planeado en el experimento del Dr. Einstein.
El término ucronía tiene un origen francés y significa un tiempo que no existe/existió. A lo largo de la historia, muchos escritores han practicado el género, planteando historias alternativas en las que uno o varios eventos que tuvieron un resultado en nuestro mundo dieron lugar a otro completamente diferente. Normalmente, cuanto más temprano tal evento, mayores repercusiones en el mundo tal como lo conocemos, ya que se alteraría toda una cascada de acontecimientos por no darse las condiciones previas. Este género, lógicamente, es la expresión más refinada y purificada de la ficción especulativa, ya que, aunque parta de planteamientos históricos concretos y específicos, todo el desarrollo, ya sea más o menos plausible (como en las novelas de Harry Turtledove en la que alienígenas atacan
Una de las particularidades del género es que se generó ya hace cientos de año, con referencias en la literatura clásica romana, Tito Livio, partiendo de la idea de que Alejandro hubiese expandido su imperio hacia occidente en lugar de hacia oriente. El planteamiento asumía, para poder desarrollar su narración, que era igualmente probable que se hubiesen dado las condiciones para que el hijo de Filipo de Macedonia hubiese decidido llevar sus falanges hacia el Oeste. Esto plantea algo ciertamente interesante: revela que tradicionalmente hay que atribuir la construcción de las narraciones con un transfondo de historia alternativa a dos componentes fundamentales, que son el libre albedrío y la existencia de ejes históricos.
El primer elemento es autoexplicativo sólo en apariencia. La filosofía y la ciencia, sobre todo con la psicología y la psicobiología, han tratado de determinar durante largo tiempo si el libre albedrío existe de verdad o si, en realidad, disponemos de un cerebro que actúa como un procesador con gran capacidad de entrada pero limitado en su capacidad de salida. Un modelo aproximado funcional tendría que partir de un argumento de matemáticas del caos y asumir que la cantidad de elementos que pueden influir en nuestra conducta decisoria es muy elevada pero, en realidad, el número de respuestas viables a una misma situación es bastante reducido: decantarse por una u otra depende de un conjunto de eventos en los que una mínima varianza (levantarse con el pie izquierdo, más o menos agua caliente en la ducha…) alteraría por completo el resultado. La cuestión, en nuestro caso, es que al plantear una historia alternativa partiendo de las mismas condiciones hasta un determinado punto en la historia habría que plantearse si esas condiciones no ofrecerían siempre el mismo resultado a grandes rasgos.
Ahora bien, el segundo elemento es el que permite hacer la trampa que justifica al primero: los ejes históricos serían tanto las personas como los eventos que justifican generar la línea temporal alternativa en base a que la historia gira alrededor de ellos. Sin Alejandro no habría Imperio Helénico; sin Escipión Anibal habría echado abajo Roma; sin Julio César no habría Imperio Romano; sin Napoleón el status quo Europeo hasta 1914 no habría sido el que era y así sucesivamente con las personas. Apliquemos el mismo razonamiento a los resultados de las batallas y Gaugamela, Cannas, Marengo, Gettysburg y Estalingrado se convierten en momentos que cambiaron el mundo. Pero ¿realmente existen esos ejes históricos en sí? ¿Podemos decir que esas personas en sí mismas eran necesarias, que esos instantes concretos eran imprescindibles para el curso de la historia?
He aquí uno de los problemas fundamentales del género de la ucronía y la historia alternativa como ficción especulativa: se simplifica la complejidad histórica de forma abusiva, tomando los momentos de cambio más explosivos y los enfrentamientos más dramáticos como el todo, cuando en realidad son sólo una parte. Por ejemplo: Anibal fue vencido definitivamente por Escipión pero sólo después de que el cartaginés se embarcase en su campaña itálica y ocurriesen dos cosas, a saber: a) que Escipión cortase la línea de suministro del Barca atacando por su retaguardia al seguirle desde la península Ibérica y el sur de
Precisamente, la complejidad histórica se suele simplificar por una tendencia a examinar la causalidad desde nuestro punto de vista. Es muy fácil concluir que
En el fondo, cuando se aplica el modelo de la ucronía, se halla implícito un modelo que se ha practicado en la ficción a nivel personal como en ¡Qué bello es vivir!, Sliding Doors o en el capítulo Tapestry de Star Trek: TNG, filmaciones en las que se observa la vida de los protagonistas si hubiesen tomado una decisión diferente en un determinado momento. Lo que es válido para la persona, no obstante, es difícil para la historia por que exige la concordancia de un tremendo número de hechos para producir un resultado particular. Desde el presente es fácil predecir las consecuencias de hechos del pasado: los engranajes de la historia encajaron en un determinado momento y, sólo a partir de ese momento, se puede ver un patrón ordenado y previsible, pero las ramificaciones de eventos individuales son imprevisibles, en realidad, ya que desconocemos si sus efectos a escala socio-histórica son acumulativos o no.
A estas alturas os preguntaréis “¿A qué juega éste? Primero plantea que los “ejes” históricos son un concepto defectuoso y luego que los actos individuales pueden tener repercusiones a escala histórica. ¡Eso es incoherente!” Quizás llegamos aquí al meollo de la ucronía como género y de su validez literaria. La ucronía plantea a una escala colectiva las dudas existenciales que los seres humanos nos planteamos a escala particular acerca de nuestras decisiones, saca los “fantasmas” que llevamos dentro como sociedad, país, mundo. Es el equivalente histórico a “¿cómo habría sido mi vida si me hubiese casado con menganita?” planteado no necesariamente porque creamos que hubiésemos sido más felices, sino por curiosidad o puro divertimento (un motivo más lícito que muchos otros). Eso significa que, literariamente, es un género muy válido, ya que permite ejercer una combinación de creatividad y plausibilidad que pocas otras formas de expresión permitirían. No obstante, además, el género plantea también, aunque de forma más indirecta según los casos, un conflicto clásico: el enfrentamiento entre el libre albedrío y la fuerza del destino. ¿Basta un/a hombre/mujer para cambiar la historia o debe darse también la conjunción de toda una serie de eventos (el destino) para que pueda determinarse una historia alternativa a la conocida?
En una historia bien construida del género sólo quedan dos opciones: o se plantea una serie de hechos de forma plausible para explicar cómo se ha producido la ucronía o, simplemente, se barre todo bajo la alfombra. Es cierto, eso equivale a hacer trampas, ya que se plantea la variante sin explicar todos los motivos y se deja a la imaginación del lector rellenar los huecos ya que, de forma difusa, su cerebro podrá hacer los cálculos para determinar las ramificaciones necesarias hacia atrás en el tiempo que justifiquen la situación que se presenta, sin embargo, evita que el autor caiga en demasiadas incoherencias si no tiene un conocimiento muy profundo del momento histórico o prefiere evitar hacer malabares para justificar su punto de partida. La cantidad de factores y la repercusión de cada uno de ellos en el curso de la historia permiten esa ambigüedad, ya que desconocemos, a priori, si las acciones de una sola persona pueden producir consecuencias tan relevantes o, incluso, si las acciones de una persona son, en el fondo, una manifestación del Zeitgeist (el espíritu de los tiempos).
Nuestra sociedad se basa en un caos organizado. La cantidad de energía y/o recursos necesaria para conocer lo que ocurre en un momento concreto en todas partes, o sea, tener información perfecta, es elevadísima. Igual que las teorías sobre conspiraciones son una salida pueril para intentar obtener un consuelo y una paz de mente sobre la base de que alguien sabe qué es lo que está haciendo, la historia es un proceso ciego que resulta de una casi infinidad de factores, decisiones y reacciones sin que haya una mano negra guiando los hechos. La opinión de las masas puede ser y es manipulada, si, pero los cambios instigados en los sistemas sociales también generan propiedades emergentes y esas nunca son predecibles. Desde luego, en este caso, la realidad siempre supera a la ficción.
Referencias para leer:
Moorcock, Michael:
-The Warlord of the Air.
-The Land Leviathan.
-The Steel Tsar.
Newman, Kim & Byrne, Eugene
-Back in the USSA.
Dick, Phillip Kindred:
-The Man in the
Harris, Richard:
-Fatherland.
Referencias para Ver:
Star Trek (Serie Original):
-Mirror, Mirror.
Star Trek: The Next Generation.
-Yesterday’s
-Tapestry.
Referencias para Jugar:
Command and Conquer: Red Alert 1, 2 y 3.