sábado, 2 de enero de 2010

Todos somos Tony.

"The Emerald Piper. That's our hell. It's an Irish Bar where it's St. Patrick's Day everyday forever.[...]"
-Christopher Moltisanti en Los Soprano.-
Los que me conocen más o menos bien saben que en el panteón televisivo, la cumbre, para mí, está en los Soprano. No estoy solo en ello pero lo mío va más allá de los motivos formales que pueden motivar a los culturetas que consideran que la HBO es lo más de lo más cuando, en realidad, ha tenido cagadas muy gordas (A Dos Metros Bajo Tierra empezó regular tirando a bien pero se convirtió en un coñazo y el personaje de Rachel Griffiths era estrangulable con un alambre oxidado; Carnivàle se hundió en una cadena de cable en la que las audiencias mainstream no son un condicionante tan gordo...). Los motivos por los que la serie se ha convertido en algo de culto y, aún más, en un elemento central de la ficción televisiva del principio del siglo XXI, se basan en que el realismo era incondicional, más allá de la verosimilitud en el estilo, se buscaba retratar de forma pseudo-documental a los personajes sin eliminar los elementos de la construcción de ficción que hacen que progrese una historia. Se pueden percibir los detalles tanto en la construcción de las tramas (los imprevistos que le pueden ocurrir a cualquiera), la ausencia casi total de música salvo la derivada del ambiente, el rodaje con una fotografía realista, los elementos del atrezzo...
Pero aún así, ¿por qué el éxito? El motivo real del éxito de cualquier ficción está en una cuestión imprescindible: la implicación emocional del lector/espectador/jugador con su objeto de disfrute. Eso no quiere decir identificación con el protagonista, aunque siempre ayuda, sino que se meta dentro y los avatares de la narración le causen inquietud y tiren de él durante el progreso de la historia. Recientemente, la editorial Errata Naturae ha publicado un libro que recopila los análisis de varios autores sobre la serie. Independientemente de los elementos de la atracción del mal y todo eso (estamos hablando de una serie en la que los protagonistas se dedican a extorsionar, robar, secuestrar y matar... difícilmente unas actividades muy edificantes), hay un elemento que sostiene los argumentos que plantee hace ya mucho y con los que dí el coñazo a mis amigos: Tony Soprano es un reflejo de todos nosotros.
Los Soprano refleja, sobre todo, la nostalgia de Tony por un pasado que anhelamos pero que tenemos más bien la impresión de que es ficticio. Las comparaciones con la películas de Scorsese (Goodfellas, Casino) o de Coppola (el Padrino) no son apropiadas, sino todo lo contrario, porque en la serie hay muchísimos más niveles de complejidad de los personajes que en las películas que menciono, algo que deriva, en parte, del mayor tiempo de exposición para poder mostrar sus intimidades (86 episodios dan para mucho) pero también de la intención deliberada de evitar los modismos y las limitaciones arquetípicas de los personajes de los filmes que menciono (sugiero volver a ver el Padrino para captar cómo, en realidad, Vito y Michael Corleone, aunque están interpretados de puta madre, se adaptan a un molde de personaje homérico-aristotélico).
Tony es el héroe de la serie pero no es un héroe en el sentido homérico. No hay grandes retos, no hay crisis Bruce-willi-anas ni monstruos reales o transfigurados, sólo la cotidianidad aplastante y estresante que nos ahoga a todos y a la que tiene que enfrentarse como puede, las más de las veces aceptando compromisos y arrastrándose de frustración en frustración. El dinero, las mujeres y el alcohol son sólo un bienestar inquieto, parecido al Orden Mundial en el que vivimos. Todos somos Tony Soprano, precisamente, porque sus miedos, sus ansiedades, son derivados de ser una persona real en un mundo real: las cuestiones de honor, omertá y todos los tópicos de las películas de Scorsese y Coppola quedan supeditados a la realidad del mundo del capitalismo salvaje en que vivimos y el empleo de armas y violencia es sólo por el hecho de la criminalidad, la ilegalidad, no la maldad.
Aún así, si tengo que quedarme con algo concreto que represente la serie es, precisamente, la soledad (the Blackness), ni más ni menos que la sensación de soledad opresiva, que no tiene remedio, aunque uno esté rodeado de amigos e intentando pasarlo bien y que se vuelve casi completamente asfixiante. Tony tiene a una mujer que ya no le ama, unos hijos que le quieren condicionalmente, unos amigos que querrían ocupar su puesto a toda cosa, unos socios que intentan engañarlo, una madre que abusa de él psicológicamente y le chantajea emocionalmente, una colección de amantes de las que alguna es como su madre... Y eso sólo es lo de Tony. Livia, por ejemplo, es un ejemplo de persona que a veces uno puede ver por ahí y que redefine lo que es estar amargado. Da igual de cuantas personas se rodee: Tony está solo.
Una conocida me preguntó una vez acerca de la fascinación de los hombres con los mafiosos y las historias de gangsters. En el fondo, hoy, se trata de eso, de nostalgia, de unos valores que, aunque estén bañados de violencia, cualquiera puede respetar (honor, lealtad a la familia) pero que desaparecieron hace mucho. Hoy por hoy, los Soprano son sólo un reflejo de nuestro mundo y cómo los cambios han afectado a todos los niveles, incluido el crimen organizado. Resulta muy difícil distinguir dónde termina la ficción cuando nos hemos desayunado este año con tanta trama de corrupción y sólo porque estos no usen pistola no quiere decir nada.

P.S.: el lunes pillé una gastroenteritis, causada no sé por qué, que me dejó vomitando y con durchfall (me encanta la palabra, es tremendamente gráfica) toda la noche. A eso hubo que sumarle que la pasé en duermevela y como si tuviese otras cinco personas en la cama, por no hablar de mi cabeza. Algo parecido a lo que le pasa a Tony en el episodio 2x12.

4 comentarios:

Min dijo...

Jajaja, qué guapa tu celulilla, espero que pronto se reproduzca y te acompañe nuevamente. En cuanto al virus... ¡virus! ya has acabado con los rastros de los excesos, libera a Illu! Es una orden!

Feliz 2010. Besitos

AkaTsuko dijo...

Al leer la letra de la felicitación me acuerdo de las imágenes del blog de El Nuevo Biólogo.

Te deseo un 2010 más productivo que el año que acaba de morir.

La gastroenteritis mejor si es sólo "por la boca", pues vomitar tiene su parte liberadora y relajante.

Miss X dijo...

I´m still in shock by the graphical nature of your comments! hehe Qué monin tu celula. Get well soon and Happy New Year!

Biónica dijo...

Nada, no puede pasar más tiempo sin que vea Los Soprano. Fijados como objetivo de Año Nuevo. Fijo que me encantan xD.

Y la célula, sublime :D