viernes, 24 de diciembre de 2010

Deberes para las Vacaciones.

El otro día, a través del Oráculo, me enteré que había alguna persona que sufre un déficit de cine clásico que no llegaré a considerar mortal pero si pone en serio peligro su salud (sobre todo porque cualquiera sabe a quién puede preguntarle por ahí y qué le recomendarían; que me acaba viendo cine iraní). En consecuencia, he decidido escribir una lista de películas de cine clásico que hay que ver si o si para que tanto él como quien más quiera aproveche las fiestas para ilustrarse a la vez que se entretiene. La lista tendrá la longitud que me dé la gana, incluirá títulos en blanco y negro y llevará los comentarios que me vengan a la cabeza. La única cosa en común es que son grandísimas películas que hay que haber visto para no ser un ignorante iletrado imbécil.

-Los Violentos Años Veinte/The Roaring Twenties (1939). Dirigida por Raoul Walsh. Protagonizada por James Cagney y Humphrey Bogart. Historia canónica del cine de gangsters post años veinte, en la que el protagonista volvía de la Primera Guerra Mundial a un país en el que no acababa de encontrar su lugar en la sociedad y caía en el submundo del contrabando de alcohol. La historia es tanto crítica social como cine de género pero ningún gafapasta lo comprenderá. Por cierto, Jimmy Cagney también era actor de comedia musical.

-Historias de Filadelfia/The Philadelphia Story (1940). Dirigida por George Cukor. Protagonizada por Katharine Hepburn, Cary Grant y James Stewart. El ejemplo canónico de la comedia de Cukor y una demostración de que lo que se necesita en una película es, ante todo y sobre todo, un buen guión.

-Double Indemnity/Perdición (1944). Dirigida por Billy Wilder. Protagonizada por Barbara Stanwick y Fred MacMurray, con Edward G. Robinson para rematar. Guión de Raymond Chandler. Película canónica en el cine negro porque expresa claramente su naturaleza trágica: los personajes no pueden escapar de su destino por obvio que sea.

-La Dalia Azul (1946). Dirigida por George Marshall. Protagonizada por Alan Ladd y Veronica Lake. Guión de Raymond Chandler. Esta película muy probablemente marcase el punto más alto, interpretativamente hablando, de las carreras de sus protagonistas. Su argumento es, además, el ejemplo canónico de la historia de cine negro y el reflejo social de éste: había paletadas de jóvenes que habían vuelto de la guerra a un mundo que ya no era suyo y a los que les esperaba un futuro incierto en el que llevar sus cicatrices de dentro y de fuera. Y Veronica Lake era un bollito.

-El Tercer Hombre (1949). Dirigida por Carol Reed. Protagonizada por Orson Welles (otra vez) y Joseph Cotten. Más cine negro, con fondo de la postguerra en la Viena machacada por la Segunda Guerra Mundial y que demuestra, gracias al brillante (otra vez) Welles, que la mayoría de los malos en el mundo real no lo son por maldad sino por su completo desprecio de los demás.

-Al Rojo Vivo/White Heat (1949). Dirigida por Raould Walsh. Protagonizada por James Cagney y Virginia Mayo. Otra historia de cine negro en la que, sencillamente, hay momentos brillantes.

-Sed de Mal/Touch of Evil (1958). Dirigida por Orson Welles. Protagonizada por Charlton Heston (haciendo de policía mexicano; y no es unintencional comedy) y Orson Welles (demostrando que no sólo los directores reguleros como Kevin Smith se ponen fanegas). Por cierto, también está Marlene Dietrich. Otra película de cine negro brillante, esta vez en la frontera y con el fondo de los polis chungos, y con tres actorazos. ¡Vedla ya!

-El Apartamento (1960). Dirigida por Billy Wilder. Protagonizada por Jack Lemon, Shirley MacLaine (cuando estaba como un bollito) y Fred MacMurray (qué suerte que nos dejase Perdición y ésta para perdonarle sus películas Disney...). La historia de un tipo cualquiera, pequeño e insignificante, que para trepar en su compañía les deja el apartamento a sus jefes para que lo empleen de picadero. Una reflexión sobre la naturaleza humana, el amor, la amistad y lo que importa en la vida.

-Uno, Dos, Tres (1961). Dirigida por Billy Wilder. Protagonizada por James Cagney (que, para variar, no hace de gangster). Billy Wilder repartiendo hostias a todos los bandos de la Guerra Fría. Frenética y brillante, es una de las mejores comedias de la historia.

Y de momento, ya está bien. Es casi seguro que en el futuro añadiré más películas a esta lista pero como no tengo prisa en hacer un top 100, espero que baste. Ahora, a disfrutarlas.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Grand Guignol.

Vale, ha pasado ya una semana larga desde la crisis de los controladores aéreos. Tenía en mente escribir esta entrada el domingo de la crisis o así pero preferí esperar a ver si todavía daba tiempo a que en los medios surgieran más gilipolleces y, la verdad, a veces aborrezco tener razón y ver la mierda desde lejos.
En esta semana ha dado tiempo para que el personal haga todos sus análisis y gasten materia cerebral, si de eso tienen, que es cuestión aparte, analizando el tema. A mí la cosa me disparó todas las alarmas la tarde del sábado 4 porque me había pegado la noche anterior y casi lo que llevaba de día pegado al Ciclo de Noticias en CNN+. Para los que no hayáis visto the West Wing, el Ciclo de Noticias es, básicamente, el hecho de que los informativos funcionan como los terriers: cogen una noticia y no la sueltan hasta que el público, por puro aburrimiento o lo que sea, se cansa y ya no le interesa seguir chupando su dosis de pánico o, más en general, drama sobre ese tema. Los fines de semana, los puentes y demás periodos vacacionales suelen tener un efecto devastador en ese tipo de cosas porque, al ocurrir menos cosas (al menos donde importa) pueden hacer que se fije un tema en los informativos y eso desgastar mogollón a los gobiernos, empresas, etc.
Pero me desvío. La cuestión en sí es que ya a eso de las séis de la tarde del sábado de la crisis decidí que ya había tenido bastantes análisis incisivos, declaraciones de afectados y otros lloros por el estilo en CNN+ que no me aportaban nada. Si no hubiese estado haciendo cajitas y manualidades diversas para pimpear algunos de mis juegos de mesa habría cambiado de canal dos horas antes pero aguanté la mierda y sólo cambié para ver la película que emitían en Cuatro como homenaje al recientemente difunto Leslie Nielsen, que no era otra que (bendita ironía del Universo) Aterriza como puedas. Para entonces estaba saciado con la sensación de que algo olía a podrido pero bien.

Revisemos, por un momento, los hechos, a grandes rasgos:
-El gobierno aprueba un decreto que modifica por las bravas el régimen de los controladores justo el viernes por la tarde antes de un puente gordo.
-Los controladores se mosquean y deciden realizar una huelga encubierta abandonando sus puestos alegando enfermedad.
-El gobierno cierra el espacio aéreo. Caos aéreo total, cancelaciones catastróficas, etc.
-Se aprueba otro decreto de militarización del espacio aéreo y se da un ultimatum a los controladores.
-Los controladores siguen diciendo que nones.
-El gobierno moviliza a los militares para que tomen el control de las instalaciones civiles del tráfico aéreo, decreta el estado de alerta y planta sobre la mesa las acusaciones de desobediencia y sedición para los controladores que no se presenten.
-El ministro de fomento comenta que los del sindicato de controladores se han reunido con los dirigentes del PP en la semana precedente.
-Los controladores se van doblando y poco a poco se restaura una especie de normalidad.

Lo peor de todo es que en todos los canales había un ambiente de linchamiento mediático contra los controladores. Bien es cierto que ellos no facilitaron las cosas: su modo de hacer huelga no fue legal y no me parece ni medio digno el intentar soslayar una huelga de verdad con una gripe azul, además de que no dieron la cara en los medios de forma terminante. Sin embargo, todos los medios estaban en la misma onda y lanzaron contra los controladores la misma retórica fácil de números y cifras que tan vacía me suena, especialmente cuando el gobierno ha tenido que causar una excepción del orden democrático para solventar la situación.
Es cierto, por otra parte, y como bien señalaba otro bloguero por ahí (leedlo, es muy instructivo. Buzzeado por Patch), que los controladores tienen un régimen de empleo que es especialmente duro. De forma resumida: tienen unas responsabilidades muy jodidas y controlar un espacio aéreo civil no es el "cubo" que tiene un controlador militar. Como el sueldo base es una mierda (cosa que oculta el gobierno), la mayoría del sueldo viene de suplementos de productividad y horas extra. El problema es que el número de controladores (y aquí está la responsabilidad del gremio) está limitado, entre otras cosas, porque los controladores tampoco quieren dejar de cobrar sueldos altos y gestionar quién entra y quién no, aunque AENA tampoco ha contratado nuevos controladores para evitarse el conflicto laboral. Es decir: que ambos extremos de la película han estado implicados en aumentar la presión del tema hasta que ha roto.

Y ¿cómo ha roto la cosa? El tempo de la crisis no es que resulte sospechoso, es que induce a pensar en premeditación a cualquiera que no sea un completo imbécil. Parece ser que para apañar la papeleta de la homogeneización a nivel europeo de las licencias de controlador para el año 2011, los ministerios de Fomento y Defensa montaron un pequeño plan, que es lo que hemos visto desarrollado en el puente precedente. Es decir: que, aparentemente, el gobierno plantó una encerrona a los controladores en la que éstos, gustosamente, entraron sin pensárselo mucho. El descontento social (de todos aquellos socios que podían pulirse euros en el puente porque tienen empleo y esas cosas; que igual es que yo soy un parado resentido, a lo mejor) y la indignación de la opinión pública (ese público tan respetable que permite que le machaquen sus derechos laborales) facilitaron que un gobierno que se dice democrático y socialista haya hecho palanca con la legislación para militarizar civiles y forzarles a trabajar bajo amenaza de presidio.
¿Qué? ¿Cómo se os queda el cuerpo? En vez de haberse planteado una gestión del tema progresiva y razonable en la que aumentar el número de controladores, implantar límites no ya a las jornadas, sino a las horas extra y así dar a los controladores aéreos y al público una solución razonable en la que no comprometer la seguridad del transporte aéreo ni forzar los límites del estado de derecho, han llevado la situación por un camino que a la larga puede hacer que el estatuto de los trabajadores se convierta en papel mojado y elevar la conflictividad laboral. Es algo tal que sacado de Rubicon*. Si es que a los trabajadores les quedan cojones de luchar por sus derechos, que esa es otra. En fin, camaradas, quizá sea hora de volver a la clandestinidad.

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*Rubicon es una serie de la AMC que han cancelado después de una sola temporada. Era realmente buena pero al parece a la audiencia no le ha convencido una serie de espías (en realidad, analistas de inteligencia) en la que el protagonista no tortura terroristas para salvar el país y todo ocurre en tiempos razonables. Aprovechad para verla, que es muy buena y nada maniquea.
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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Cyberpunk, Steampunk y el fin del futurismo.

A raíz de la última columna de Mosky, me surgió, de forma más o menos intuida, aunque debía estar cociendo desde hace tiempo dentro de mi cabeza, la relación cultural y socialmente anímica entre el Cyberpunk, el Steampunk y nuestro mundo o sociedad.

La movida de wikileaks de la liberación de documentos y los intereses que pueden hallarse detrás de los nobles propósitos de claridad y limpieza en la información que los gobiernos proporcionan a la ciudadanía da pie a plantearse de forma seria que, dejando de lado a los rusos (la cleptocracia del momento) y a los chinos (la dictadura autoritaria por excelencia), quienes difícilmente se ruborizan al dejarse en evidencia sus abusos de las libertades y derechos humanos, es probable que haya grandes grupos de intereses económicos y corporaciones detrás de estas maniobras. Va muy en la línea de argumentar que los gobiernos tradicionales están en declive y que todos los servicios que prestan podrían ser privatizados (algo que la última crisis global ha desmentido, sobre todo cuando Alemania y Francia han mantenido el pulso firme de sus economías mediante un intervencionismo nada disimulado).

Dejando de lado la noticia reciente, lo que queda es la idea, que ya tenía muy asentada, de que el Cyberpunk hace tiempo que pasó de ser ficción especulativa a una especie de crónica realista de nuestro tiempo sólo parcialmente deformada por la falta de ciertas informaciones. El futuro de William Gibson en los años ochenta es nuestro presente, mutatis mutandis. Las megacorporaciones de poder desproporcionado son un hecho desde hace años y la voracidad de Microsot, Google y otros son un reflejo de la lógica monopolista del neoliberalismo económico, la misma situación del entorno reaganiano en el que escribía Gibson. La privatización y mercantilización de casi todo es otro signo similar y no hay que esforzarse demasiado para ver que los contratista de seguridad que han operado y operan en Irak y Afganistán no son más que compañías de mercenarios que trabajan para las compañías privadas que operan en ambos países tan pronto como lo hacen para los gobiernos de ambos estados. De momento las formas y las acciones en los mercados han evitado la violencia física utilizando estos agentes (sin incluir el espionaje industrial, claro) pero no hay que descartar nada en la lucha por los dividendos.
Es cierto: no tenemos las nubes cerradas y el entorno opresivo del Cyberpunk pero a lo mejor es que no nos estamos fijando bien o que el cambio ha sido tan gradual que no lo sabemos captar. Los bloques de publicidad de cualquier cadena mayoritaria nos lanzan un lenguaje de encefalograma plano y una realidad pequeñoburguesa que, comparada con lo que se percibe en la calle, sólo se adapta a un sector de población que sólo podemos definir como los esclavos corporativos, los sarariman que ni siquiera son sarariman porque ya ni siquiera en Japón se opera con aquellos principios feudales por los que uno entregaba su vida a la compañía a cambio de que la compañía te asegurase tus medios de vida. Sales a las calles para contemplar algo que convierte Blade Runner en crónica social mientras la televisión te remite a una vida pequeñoburguesa que sólo pertenece a los lacayos de las compañías.

Aquí estamos, 2010. El Steampunk asciende como corriente estética. ¿Dónde está el atractivo de un futuro pasado, de esa tecnología que nunca fue basada en el vapor y el carbón? Dando de lado los aspectos de imagen, ciertamente de un barroquismo y un estilo reconocibles, hay algo reconocible, aunque a lo mejor no tan obvio: el futurismo, el optimismo que radicaba en las visiones de Verne y de Wells que confiaba en que la tecnología mejoraría nuestras vidas. El ascenso del Steampunk es una reacción frente a un presente en el que la tecnología no nos ha resuelto la vida, si no es que no nos ha vuelto más esclavos de ella misma y de los poderes fácticos (medios de comunicación que nos bombardean con los anuncios, el Spam, el estar controlados y localizados por el móvil, etc.) o directamente está destruyendo nuestro medio ambiente (contaminación, cambio climático y calentamiento global...).
La atracción del Steampunk responde a la necesidad humana de buscar un futuro que, ahora mismo, nos resulta oscuro. Al contrario de lo que argumentaba algún gilipollas, no se ha producido el fin de la historia pero si que se ha producido el fin del futuro. Ha dejado de existir la aspiración por un futuro mejor ya que se ha proclamado que la utopía es inviable e irrealizable, sólo existe un presente perpetuo en el que las cosas son como son y en el que las mejoras y los cambios que pueda haber sólo podrán ocurrir dentro de las reglas del juego que están establecidas. 1984 en versión capitalista liberal o, si se prefiere, Un Mundo Feliz.

En medio de la crisis económica en la que estamos, las evidencias están ahí para verlas: la guerra constante en la que el enemigo es Eurasia, y siempre ha sido Eurasia, es sustituida por las crisis regulares del mercado en las que los especuladores rebañan el pastel sacando beneficio de la destrucción del tejido productivo de los estados. En vez de destruir físicamente los recursos producidos en las fábricas en la guerra contra Estasia, que siempre ha sido nuestro enemigo, los recursos son destruidos en las crisis del mercado y por la obsolescencia programada para generar una necesidad constante de consumo.
El sistema, claro está, queda en manos de los productos electorales de turno, cuya competencia, más allá de los talentos y capacidades de sus miembros, siempre estará limitada por los mercados, las manos invisibles y otros poderes cuya entidad se aproxima más a la metafísica que a lo material. Si los objetivos del marxismo y el socialismo científico son una utopía, al considerarlos fuera de un marco leninista, que se aproxima a la religión, los postulados del capitalismo neoliberal no son mucho mejores: el comunismo busca inmanentizar el escatón (motivo por el que las religiones lo aborrecen: no pueden tolerar un paraiso terrenal, si no se quedarían sin negocio) pero el capitalismo emplea figuras que refieren a la retórica de las divinidades y del destino.

El futurismo lleva años muerto o en coma porque, precisamente, el futuro carece de atractivos. La carrera espacial dejó de tener interés cuando no había unos soviéticos para competir, así que ¿por qué molestarse en marcharse fuera? Podíamos conseguir el paraiso en la Tierra (en versión capitalista y a un precio asequible, claro está). Se acabó soñar con las estrellas, que eso es algo muy caro y no interesa a los votantes. Aquí está toda la aventura que podemos necesitar: televisión, consolas, internet... Y mientras, todos esos medios de comunicación cumplen poco con su nombre y son empleados para vendernos la próxima mierda que no necesitamos y la próxima moda a la que debemos adaptarnos si no queremos ser unos raros y unos marginados y queremos encajar en el grupo; modas, claro, que sólo esconden la necesidad de seguir vendiendo para que la bicicleta del negocio se mueva, no importa que eso implique consumir recursos, no importa que eso no repercuta, no ya en nuestra calidad de vida, sino en nuestra felicidad.
Mientras mucho chupapollas va por ahí alardeando de que hace falta una reforma laboral (sobre los trabajadores por cuenta ajena claro, porque ellos se levantaron por los cordones de sus propias botas), lo que no tenemos es un futuro, con reforma o sin ella, y no a nivel de país sino de especie. Quizá, si en algún momento se reúne suficiente gente despierta, esto pueda cambiar pero por el momento no hay muchos motivos para sentirse optimista.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El Último Hombre Justo (o casi).

"Cuando doy comida a un pobre, me llaman santo. Cuando pregunto porque un pobre no tiene comida, me llaman comunista."
-Dom Hélder Câmara-

El viernes pasado falleció Marcelino Camacho. Hoy sábado, cuando estoy escribiendo estas palabras, vi por la tarde en CNN+ el informe de los actos de homenaje después de que el cuerpo abandonase la capilla ardiente en la sede de Comisiones Obreras y me llenó de tristeza. Intenté contener las lágrimas pero no pude. Marcelino ya estaba mayor y enfermo pero no por esperar algo inevitable duele menos.

Le conocí en persona hace ya trece o catorce años, en una cena de homenaje que le dio el partido. Ya se le notaba la edad pero aún tenía un vigor especial que notabas cuando le mirabas a los ojos. Su trayectoria vital queda para las biografías pero su dimensión humana sólo se puede abarcar hablando con los que le conocieron y escuchándole a él. Siento que algo dentro de mí se parte en dos cada vez que veo el vídeo, cada vez que le escucho hablar de Justicia Social, de Libertad y de Igualdad (porque cuando esas palabras salían de su boca salían con mayúscula) y pensando que ya no tendremos ese referente.

En estos días, cuando estamos a vueltas con la crisis económica, el paro, la reforma laboral y todos esos productos de la codicia y la estupidez de los grandes manipuladores económicos, pagando la factura de la ambición desmesurada de unos cuantos, duele especialmente más la pérdida de alguien que llevaba dentro los principios, y aún virtudes, opuestas a todo lo que nos ha traído hasta esta depresión económica (porque es lo que es, al fin y al cabo, no ya por sus efectos sobre la economía doméstica de millones de familias sino por las consecuencias a nivel psicológico). Duele perder a alguien que, siendo un hombre corriente en circunstancias extraordinarias, tuvo el valor de elegir su lucha y se convirtió en un ejemplo.

Se nos ha ido un símbolo que nunca pidió serlo. Mucho han de cambiar las cosas para que alguien llegue a dar su talla: "Si uno cae, sevuelve a levantar y sigue adelante." Ave atque vale.


sábado, 30 de octubre de 2010

Like two ships sinking in the night.

The first time he knew her must have been about ten years ago. It was a casual engagement they came up with a bit on the fly but he would be able to remember they way she looked for years. She was young, smart and perky and certainly had nice looks. Later, things would turn a bit sour. He didn't exactly know what to do with her and he wasn't in the right frame of mind to take decisions of the sort, what with his emotions in turmoil, feeling afraid of others, of being rejected, of being betrayed, of being hurt. He had no emotional training to face this in a half-sensible way, so his decision was simple: stay as far away from her as he could. Duck and cover.

It didn't really solve his problems. The fear, the anger, the angst were all there and had nothing to do with her but it wasn't really as if he needed to add up any more shit to the pile he had to deal with. Things would sort out on their own and at their own pace. Mostly, it happened so and in time he would even lower his guard and sand those sarcastic corners a bit.

However, years would pass and the ending between them of years before would weigh in his heart. He was haunted just as the proverbial house on the hill, only his haunting came from himself, his own conscience questioning and pointing fingers at him. What you need or what you can do is not always what you must do, seemed to be the theme. There is right and there is right. It did not bother him so often, though, but then again separation does help ignore those kind of problems, where the presence of other people is a constant reminder of your own shortcomings and failures.

He lived in a sort of lull concerning her, except for those sudden and abhorrable pangs of conscience when a smell, a sound or an image brought her to his mind. At least until she appeared again through one of those fucking coincidences where you wish the people who got you in contact again had fallen dead where they stood. Panic ensued, to be sure, and he sat on it for some days just to see how things fell. Finally, when the pressure of his conscience to make ammends with his past mixed with the curiosity and the need to vent the fear got to a critical mass, he resolved going ahead and apologising for his past behaviour, settling the matter once and for all.

The way she reacted was quite welcoming, which was no mistery, after all those years. However, there was something that did unsettle him, his own feelings, hopes and expectations. The fear that all could go awry once more if he let them unleashed and guided himself by the same naïve enthusiasm and that fraudster, nostalgia, with her whole array of nice past times that never were. He let it cool for a while, for his own sanity.

They saw each other a while later and, all of a sudden, the fear of his own feelings pulled out of the matter entirely. While a part of him had expected, hoped this for a long time, now a certain feeling of disappointment set in. He couldn't be sure if it was her, how she had changed, or if it had to do with him, something related to his own transformations. What he had expected didn't came to be: instead of finding somebody he could relate to, somebody who made him feel warm inside, he had in front of him someone who let him with a lukewarm sensation, just like when you get a coffee or tea cup that has been left on its own for too long and you taste it without agreeing with it at all. He could not exactly identify what to feel for her or concerning her: he didn't despise or hate her but he certainly didn't like the person he had in front of him. She was perky, young and smart, certainly, and her looks, if anything, had improved, but he felt as if the person he had known had been kidnapped and sent to a Guantanamo-like prison where she had been brainwashed with MTV shows 24/7.

He could not get to hate or despise her but he resented her perkiness and social grace as reminders of his own streaks of biterness and gruffness (the invisible scars of the past which he rarely let show out of manners, a habit which would probably cost him an ulcer), not that he was any worse socially that the next guy but her charm for being the centre of attention combined with her physical attractive made it easier to feel a breach, an insurmountable distance between both. On the other hand, he felt he had exorcised his ghosts: he had offered his apologies and these had been accepted, so he had closure. The present, however, didn't seem interesting or promising. Whatever bonds existed, they were now faint and barely visible and though she could outshine the moon at night, she simply brought too much baggage with her.

martes, 26 de octubre de 2010

Lo Más Bajo.

He estado dando vueltas a cómo plantearlo de una forma que fuera más allá de lo obvio pero la escala de la bajeza de su catadura moral me provoca un desaliento enorme. Para los que no se hayan enterado por otros medios, Fernando Sánchez-Dragó ha reconocido en un libro de conversaciones con Albert Boadella, ahora, después de que haya prescrito el delito, que tuvo relaciones sexuales con dos menores de 13 años en Japón.

Independientemente de sus posturas políticas, que no comparto en absoluto; de sus negocietes con productos "naturistas" de esos del palo homeopático y que estaban sin controlar por la A.E. del Medicamento; y de su pedantería, porque es verdad que sabe un rato y es un tío muy leído, esto me parece lo Más Bajo. Y no me parece lo Más Bajo por el delito en sí, que eso sería ya bastante malo, sino por cómo lo ha contado en tiempo y forma, independientemente de sus excusas de "literaturización".

En estos días, la derecha española, la derecha de siempre, está enseñando la patita como nunca (el alcalde de Valladolid, Antonio Burgos, Alfonso Ussía, etc.). Es lamentable que esta gente pueda seguir mostrando su cara en público pero es el resultado de la plétora de gilipollas y retrasados que les ríen las gracias a esta panda de catetos venidos a más y reconvertidos en juntaletras. Es lamentable que tengan votantes mujeres pero supongo que eso dice bastante sobre el país. Semos mu modernos, me cago en dios.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Cuestión de fe.

Los días me van pasando en el curso de programación y la cosa resulta interesante, además de que noto la mejora de mis capacidades y que ya pienso en términos de lenguaje y veo el código (por lo menos la mayoría de las veces). Tampoco sé si me va a servir de algo profesionalmente pero hace curriculum y aprendo, que ya es algo que me gusta, además de que veo las posibilidades del asunto.

A nivel profesional, por otra parte, estoy moviéndome para ver si saco una beca en un grupo de investigación en patología renal. El tema está asociado a los efectos secundarios de cierta familia de fármacos, lo que me resulta interesante después de la experiencia del máster, y me parece prometedor, así que con algo de suerte no tendré que tirarme mucho tiempo en el paro. Ya veremos.

Por las mañanas me está alegrando el día un libro de Terry Pratchett, probablemente el mejor que tiene del Mundodisco si no de toda su producción: Dioses Menores. Pratchett es sin duda uno de los mejores escritores de humor que he leído, sobre todo por su humanidad, por su modo de aprehender los pequeños detalles de egoísmo y altruismo de las personas a diario y no sólo las personalidades de sus héroes y sus villanos. En la producción de Pratchett los lanceros griegos también son personas. Pero no es grande sólo por eso, no sólo por el material que podría dar lugar a un gran drama, también lo es por su fe completa y absoluta en que el pegamento que sostiene unida a toda la humanidad es su inmitigable, perpetua y obstinada estupidez.

Pratchett, a mi modo de ver, es quizás el último gran cínico. Un cínico adaptado a su tiempo, sin duda, pero un cínico al fin y al cabo. Su apreciación de la naturaleza humana es tan válida como la de Shakespeare, la de Hammett o la de Chandler (curiosamente, todos ellos escritores de género pero cuyas obras tratan de la naturaleza humana), aunque cambie el estilo y se centre en lo humorístico. Deja claro que los seres humanos pueden ser ambiciosos, mezquinos, rastreros, egoistas, generosos, amables, sacrificados y leales pero, ante todo y sobre todo, son estúpidos. Y, a pesar de ello, sobreviven y no son ni más ni menos dignos de respeto que cualquier otro ser vivo.
Dioses Menores es, en este contexto, una historia sobre la fe, sobre cómo los seres humanos tenemos una tendencia a rellenar los huecos de nuestra ignorancia con lo que llevamos dentro y cómo precisamente eso que llevamos dentro puede y acaba sustituyendo aquello que existe fuera de nosotros en realidad. Es una historia (aunque me tiente escribir lección) sobre el fanatismo, sobre los límites de la verdad y sobre la tolerancia (pero esto último es más o menos constante en la obra de Pratchett). El arte de la novela está en que lo que podría ser fácilmente un panfleto contra la religión no lo es, sino que es una puñalada certera contra las organizaciones religiosas.

El tema me ha rondado la cabeza estos días y no sé si precisamente escogí leerme este libro por eso (aparte de que necesitaba una dosis de literatura de humor, eso seguro) o si fue que escogí este libro y por fin he hilado unas cuantas ideas personales que me rondaban en la cabeza sobre la cosa esta de recurrir a la propia imaginación para hallar patrones y rellenar huecos en la realidad sobre los que ignoramos sus fundamentos. Se fundieron las ideas del libro con otras que arrastraba de Me Llamo Earl y de mi propia experiencia pero, como en mi caso nunca ha habido algo así como la fe en un Demiurgo o un Creador, lo mío era relativo al Karma.

De una forma consistentemente irritante, he tenido durante mucho tiempo una especie de fondo de complejo de culpa para intentar hallarle un sentido "kármico" a mis fracasos, incluso a pesar de no existir relación de ningún tipo, una forma de rellenar nexos entre mis faltas reales o percibidas y mis fracasos y/o expectativas frustradas, materiales o emocionales (tipo "Hoy me ha salido mal esto y ha sido porque hace dos días, en vez de estudiar/planchar/etc. me quedé jugando con la consola/tirado en la cama/etc."). No necesito a ningún especialista para ver las señales de una conducta neurótica en eso, vaya, pero esta maldita psique mía está tan jodidamente organizada para ver patrones que la apofenia y yo somos uno.

Lo que ocurre es que, sencillamente, crea uno o no en Dios o lo que sea, es una putada estar en el extremo chungo de las cosas y la pregunta deja de ser ¿por qué a la gente buena le ocurren cosas malas? para ser ¿por qué a mí? Naturalmente, la vida no es justa, no hay justicia porque en el universo material no hay una ley natural basada en la ética o en la moral; de hecho, ni siquiera el karma funciona como un sistema de compensación sobrenatural, si uno se ajusta a la definición se trata, estrictamente, de la acción y sus consecuencias, una especie de mecánica newtoniana de las acciones, nada más. El problema es que el hábito creado socialmente de críos sobre recompensas y castigos no sirve para lidiar con la realidad y tienes que desprenderte de él a medida que maduras pero, aún así, el cerebro aborrece el caos y tiene que imponer sus moldes para soportar el "abismo".

En el último par de años he tenido algunos momentos verdaderamente malos por la ristra de malos rollos que se me juntaron, sobre todo profesionalmente. No me acuerdo quién (¿Murakami?) escribió algo así como que cuando te acostumbras a no conseguir lo que quieres, acabas por no saber qué deseas. Con este marco mental, al final, cuando no consigues lo que quieres, acabas por perder la voluntad para tomar decisiones por miedo a hundirte aún más en la mierda.

viernes, 8 de octubre de 2010

Envidia.

La envidia es un sentimiento malo, muy malo. Pueden hablar de envidia sana, del estímulo que supone para emular a alguien que consideramos que está en mejor posición que nosotros, pero la envidia, la envidia de verdad, corroe porque va de la mano de la codicia, de querer lo que tiene el otro. La envidia, se mire como se mire, es un problema para las personas. Y como el primer paso para resolver un problema es reconocerlo, eso es lo que haré aquí, reconocer dos (ya introduciré el otro luego) problemas que tengo a día de hoy.

El lunes me llamaron para un curso al que me había apuntado de los de formación para el desempleo, que dan en la UPM, uno de programación. Al principio no fui seleccionado pero como a una de las personas la cogieron para un empleo y me tenían como suplente, al final ahí estoy, en una de las facultades de la Ciudad Universitaria chupando cinco horas diarias de programación, para empezar, en C++ y en unas semanas, en JAVA. Tengo que decir que se nota diferencia de nivel entre mis compañeros y yo y que mis bases son de risa comparadas con las de ellos. Es lo que tiene estar rodeados de ingenieros de diversos pelajes y hasta de arquitectos pero bueno, aunque tengo la sensación de avanzar entre el barro, por lo menos avanzo, que ya es algo.

La cuestión es que, después de tanto tiempo (porque ya he pasado por allí varias veces a lo largo de mi vida) he tenido que admitir algo que llevaba dentro: aborrezco la Ciudad Universitaria. Me parece que se ha convertido en una especie de parodia de lo que era en su idea original. Es como un animal de compañía que al principio era perfecto, mono, alegre, juguetón y con el tiempo se ha transformado en una bola de grasa abotargada a la que le cuesta hasta respirar sin asfixiarse por su propio peso. La C.U. soporta un tráfico que hace que pase de ser un campus en condiciones a un trozo más de Madrid, con su aborrecible organización viaria y pésima circulación. A eso hay que añadir que para sus dimensiones sólo hay una estación de metro propiamente en el área de facultades y todo está a tomar por culo entre sí.

Pero eso no tiene que ver con la envidia directamente... No, lo de la envidia es una consecuencia de volver a pasar por la C.U. (aunque creo que a estas alturas hubiese sido normal en cualquier universidad). Lo de ir a una de las facultades en la C.U. hace que de lunes a viernes vea a la fauna estudiantil universitaria y se me forme una especie de bola de material negro, espeso y amargo que gira y se retuerce sobre sí misma, haciendo que apriete los dientes a veces con tanta fuerza que casi se me salta el esmalte. No es (sólo) el pijerío habitual de la C.U., que a menor escala también tenía visto en Alcalá, es la sensación que tengo ahora, estando en el "mundo real", de aborrecerles por vivir en ese limbo que es estar en la universidad, esa especie de Torre de Marfil en la que, salvo raras excepciones, sus objetivos vitales son pequeños y tan artificiales como artificiosos. Envidio esa realidad apacible en la que no ven más allá de licenciarse y pasar asignaturas y a la vez lo aborrezco por ser una especie de inocencia que surge de la ignorancia y por la que se permiten vivir en la inopia. Lo sé porque estuve ahí hace mucho tiempo.

Sin embargo, no voy a dejar aquí lo de la envidia. Ahora vienen los motivos para generarla. Hace unos meses (allá por Mayo, creo) comentaba que el Teatro Real ofertaba abonos para jóvenes (30 años o menos) por 90 euros, que cubrían tres representaciones. Pues el miércoles pasado estuve en el Teatro Real con Ñita y su novio. Fuimos a ver the Rise and Fall of the City of Mahagonny, de Kurt Weill con libreto de Bertolt Brecht (adaptada al inglés), en un montaje artístico de dos de los componentes de la Fura dels Baus. En butacas de patio. De la tercera fila.

Tengo el convencimiento de que la elección de esta obra para estos abonos no fue para nada casual. Si se trataba de ofrecer una serie de obras que atrajeran la atención de los jóvenes hacia el mundo lírico, que tiene una imagen tradicional de antiguo y obsoleto, esta era sin duda una obra muy apropiada, tanto por su actualidad (en el sentido de que fue escrita hace ochenta años, no tanto tiempo y a la vez en su argumento) como por su acabado formal. Los últimos dos años han puesto el contenido de la obra en primer plano y los de la Fura se han lucido poniendo en pie un montaje que va directo a la mandíbula empleando una iconografía que resulta tan evidente como hiriente contra el objetivo contra el que se lanzó la obra.

Todavía la estoy digiriendo a nivel intelectual y emocional, no ya sólo por las metáforas que encierra sino también por los elementos del montaje y, sobre todo, porque tanto el Teatro como la Ópera comparten algo que me mete dentro y hace que suspenda mi incredulidad con una facilidad tremenda: en ambos medios no se pueden hacer trampas. En Cine y en Televisión la necesidad del montaje (originalmente un producto de la limitación física de rodar con bobinas de película de un metraje limitado) se convierte en una virtud del estilo y expresión del film pero a la vez introduce trampas, porque una escena puede filmarse varias veces hasta que sale "bien". Esto resta profesionalidad al actor que sólo se ha formado en estos medios ya que puede permitirse mayor laxitud a la hora de meterse en el papel, al contrario que en teatro y ópera, donde sólo puede salir bien en el momento. Además la secuencialidad no se rompe: en el escenario ocurren cosas todo el tiempo, incluido el segundo y el tercer plano y por tanto el coro y los figurantes deben actuar todo el tiempo y hacerlo con naturalidad, porque no importa que el público esté centrando su atención en los protagonistas: si se fijan en ti y no estás metido en la escena, se rompe la magia.

El miércoles, sin ninguna duda, y a pesar de la crisis alérgica de la soprano, Jane Henschel, todo salió como debía salir y la ovación fue cerrada, constante y larga. No sé si en días anteriores el reparto tuvo una acogida tan cálida pero desde luego se lo merecían. Mención especial a Willard White, un bajo soberbio. Y, permitiéndome la nota frívola, debo decir que las chicas del coro estaban muy buenas (o por lo menos a mí me lo pareció pero puede ser que con cómo me dejo llevar con estas cosas lo magnificase un poco).

lunes, 27 de septiembre de 2010

Ironía.

El propietario de la compañía Segway ha fallecido en un accidente con uno de los vehículos de su propia compañía.


No estoy en mi mejor momento pero hay gente que está peor.

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Cita del día:

"A mí una mujer no me empieza a comer la cabeza hasta que me come la polla."
-S.D. from Alicante-

viernes, 3 de septiembre de 2010

Scary Shit.

Se acaba el verano y, de algún modo, se reinstala cierta normalidad en el ambiente, por lo menos en lo que se refiere al tráfico y a los trabajos, porque los colegios aún no han empezado. Habrá que darle tiempo pero poco más.

Mi normalidad, ahora mismo, es un poco un asco. Independientemente de las rutinas que tengo, más o menos, autoimpuestas, lo de salir a correr, el Kárate y eso, mi búsqueda de empleo sigue siendo infructuosa y no tengo claro si mi vida está pasando de largo o la estoy dejando pasar yo. He movido alguna cosa y de hecho, quizás pudiera acabar en Galway, Irlanda, pero...

Hay una cierta mezcla de pereza, aprensión y apatía porque, por positivo que fuera a nivel profesional, tendría que sacrificar las cosas que me importan y que me han sostenido en los momentos realmente malos. Dejar atrás a mis amigos no me hace gracia, aunque sé que sería sólo por una temporada, sobre todo porque mis fobias sociales se manifiestan con más facilidad cuando el entorno me resulta completamente desconocido. Además, para facilitar las cosas, me obsesiono pensando en la logística del asunto (esas pequeñas cosas de hacer una semi-mudanza, ya sabéis) y me dan ganas de hacer una auténtica mudanza... a un monasterio Shaolín o algo parecido.

Meto en el cálculo las cosas que quisiera hacer aquí, como, de una puta vez, sacarme el primer Dan de Kárate, lo del carné de conducir y poder estar con mis amigos y la verdad es que no lo veo claro. En contra de lo que quisiera para mí mismo, soy bastante reticente a ciertos cambios vitales y mi pesimismo no ayuda a afrontarlos con decisión. Claro que eso si dice algo sobre mí mismo.

Entiendo que en la vida hay tres tipos de situaciones decisorias: aquellas en las que la decisión está tomada ya en tu lugar (y si no te gusta sólo te queda la pataleta); aquellas en las que todavía puedes maniobrar un poco (y acomodar la situación a tus intereses); y aquellas en las que tienes que decidir tú solito (las que, supuestamente, te convierten en un adulto). Muchas veces intento convertir estas últimas en situaciones del segundo o, incluso, del primer tipo, porque me falta, o considero que me falta, información para tomar una decisión correcta (que sería aquella en la que me quedase satisfecho con el resultado, así a grandes rasgos). ¿Signo de cobardía? Miedo al fracaso, sea eso lo que sea, y un modo de escurrir el bulto y justificarme psicológicamente argumentando que, al fin y al cabo, no tomé la decisión yo: las circunstancias resultaron así, no pude llegar a tiempo a la reunión, se me pasó llamar a esa persona...

Cuando el año pasado tomé la decisión de dejar el labo del infierno (and good riddance!), sabía que iba a quedarme en el paro y ni puta idea de qué iba a hacer ni qué iba a pasar pero si sabía por lo que estaba pasando en ese momento: ese irme a la cama a las doce y no dormirme hasta las dos, esas tardes de domingo que me revolvían el estómago y en las que deseaba que me cayera un asteroide encima para no tener que volver, esas mañanas en las que llegaba antes que nadie y me ponía a trabajar en soledad conteniéndome las lágrimas... Entrar allí fue un ejemplo de mala decisión redomada y, simplemente, corregí como pude y aún sintiéndome culpable por haberme marchado, con mi autoestima profesional (la única que he tenido durante mucho tiempo) aniquilada y sintiendo que había fallado a los demás tanto como a mí por no haber tenido la fibra para aguantar.

Del mismo modo, no tenía ni puta idea de qué es lo que iba a resultar cuando me marché a Florencia hace dos años pero lo disfruté a lo grande. El problema es que el cerebro humano es un auténtico hijo de puta: en lo que se refiere a los antecedentes, tomamos decisiones empleando las experiencias pasadas como una especie de baremo empírico que no sirve para nada por la cantidad de información oculta que hay en una situación real de este tipo. Hay tantos putos factores de por medio que intentar hacer una proyección del resultado es sólo consumir energía inútilmente y, como me ocurre a mí, generar ansiedad injustificada si se tiene un sesgo de percepción negativo (ahora vendrá un puto psicólogo a robarme la expresión pedante, seguro XD).

Y todo esto sin tener ni puta idea de si me cogerían o no para el puesto...

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Relacionado en cierto modo, el otro día, después de Kárate, estuvimos despidiendo a una compañera que se marcha a París durante un año, de Erasmus, y todo eso. Estuvo bastante bien para lo que hicimos (un botellón improvisado en un parque cerca del dôjô, a nuestras edades... XD) y en la conversación fui viendo detalles de mis compañeros fuera de clase, cosas que, por otra parte, ni me imaginaba (una de ellas, según me contaban, por lo visto, es de un rollo medio Gothic Lolita; vestido rosa e ir a bailar gótico, WTF? XD. Claro que a lo mejor ni se imaginan que en invierno más de una vez visto como un criptofascista...). El Karate-gi es lo que tiene, que uniformiza y elimina diferencias que te ocultarían a la persona por anteponer tus propios prejuicios (motivo por el que no me opondría a ello en las escuelas públicas, precisamente). Es una experiencia positiva y, la verdad, no me importaría nada salir y quedar más a menudo con ellos fuera del dôjô.

El caso es que una de las cosas que discutimos, relacionada ya más con lo nuestro, fue el tema de la licencia y el carnet de federado, a raíz de un comentario de otra persona sobre situación de defensa personal que había surgido por la profesión de un compañero o compañera que es médico. Debido a la legislación española, es poco conveniente que alguien que practique artes marciales lleve ese documento encima, ya que facilitaría determinar ese concepto de "desproporción de fuerzas" que se aplicaría en caso de tener que usar la instrucción. No hay que facilitarle el trabajo de denunciarte a alguien a quien le has curtido el lomo si has tenido que defenderte, claro.

Sin embargo, en eso me acordé de una situación de hace... no sé, por lo menos cinco o séis años ya. Un día, yendo (o volviendo, no me acuerdo bien) de tiendas de cómics y eso en la zona de Callao, cuando bajé al metro, en el hall principal, el único que había entonces, había un par de seguratas bastante inquietos, pero por el lado de lo aterrorizado, y con las defensas (si, esas que sirven para defenderte atizándole hostias a otro, vaya) fuera, que intentaban controlar a un auténtico y genuino chiflado. No sé si por la situación o qué, recuerdo al tipo como largo, espigado, pero si que era fibroso, quizás porque parecía un mendigo de alguna clase. Tenía aspecto ligeramente desaliñado, con barba y pelo negro medio fundamentalista musulmán, los ojos de loco genuino, estirado y se acercaba lenta pero inexorablemente a uno de los seguratas, que blandía la porra con la seguridad de uno que blande un palo afilado frente a un oso de quinientos kilos en canal, con la mirada penetrante y murmurando algo con cierta cadencia que indicaba que estaba pirado y hacía tiempo que perdió sus canicas.
En esto que una pareja de policías municipales de moto llegaron y pasaron por uno de los accesos de salida (que estaba abierto para ellos) a espalda del tipo éste. Los dos fueron directos a por él y uno de ellos le cogió por el pelo y tiró directamente de él para atrás. En pocos segundos lo tenían en el suelo y esposado por la espalda. La cosa se quedó ahí pero, seguramente, el segurata no podría dormir tranquilo durante un par de días, me parece a mí.

La imagen me parece lo más próximo que nunca he visto a uno de esos sectarios de Lovecraft o de cualquier otra obra que tenga por medio satanismo o cosa así. Un auténtico pirado que resultaba perturbador por lo desconectado de la realidad que parecía y cómo se guiaba. Una mierda realmente terrorífica.

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Tengo que añadir a mis frustraciones que nunca llegaré a contar mis miserias con tanta gracia y desparpajo como Allie Brosh. Resulta terrible pensar que tienes un margen de sentido del humor y que no te tomas tan en serio a ti mismo y, de repente, descubrir que eres un pringado más. XD

martes, 24 de agosto de 2010

La Carga de Pickett.

A nada que hayáis leído el blog más de un par de veces tendréis idea de mi afición por la historia en el aspecto militar. La historia militar justifica la mayoría de las veces a Carl von Klausewitz y su aforismo de que la guerra es la continuación de la política por otros medios. En ese sentido, la guerra como acción no tiene sentido desconectada de la dimensión política y económica de los participantes: las motivaciones son políticas (lo que tiene que ver con la forma de estado a su vez: no son las mismas causas la guerra promovida por unos intereses de una monarquía que por un estado democrático, aunque en ocasiones el componente económico-territorial ser muy fuerte) y las limitaciones son las que impone la economía (una guerra, normalmente, está ganada o perdida según los recursos que pueda movilizar el estado, lo que explica los resultados de la Segunda Guerra Mundial para Japón, especialmente, y para Alemania, al fallar en la captura del Caucaso y los campos petrolíferos de Bakú; o los de la Guerra de Secesión).
Yendo al terreno táctico, a la escala de las batallas y los hombres que en ellas participaron, por otra parte, se pueden contemplar numerosos ejemplos de valentía desesperada (la maniobra de los griegos en Maratón fue tremendamente arriesgada, dada la desigualdad de fuerzas y la distancia, unos 200 metros, a recorrer cargados con el equipamiento completo del hoplita), sentido del deber abnegado (los marinos españoles luchando hasta el fin mientras los franceses, empezando por el almirante Villeneuve, se desentendían del asunto) y de una estupidez desmesurada (el caso de la carga de la Brigada Ligera es especialmente sangrante: la gesta fue el producto de una mala interpretación de órdenes deliberada por parte del Earl de Lucan instigada en buena medida por el desafect que le tenía a su cuñado, Lord Cárdigan, comandante de una de las unidades de caballería bajo su mando). Sin embargo, también hay casos que no acaban de quedar claros, como el de la Carga de Pickett, ocurrida en el último día de la Batalla de Gettysburg.
La batalla de Gettysburg duró tres días y enfrentó a lo mejor de la Confederación, el ejército del Norte de Virginia, comandado por Robert E. Lee, con varios cuerpos de ejército del ejército del Potomac de la Unión dirigidos por el general George G. Meade. Meade no logró la fama o el reconocimiento que lograron otros generales de la Unión, como Sherman (por lo implacable) o Grant (por su combatividad y dar la puntilla al ejército confederado) pero en Gettysburg resistió y frustró la última ofensiva estratégica de la Confederación (de hecho se estableció aquí lo que se denomina la High Water Mark de la Confederación, el punto al que más lejos llegaron los sudistas). En cambio, Lee tiene prácticamente aura de santo para muchos estadounidenses y su reputación como general es algo que resuena en miles de biografías que rozan lo abiertamente hagiográfico. Es, precisamente, la Carga de Pickett, lo que pone en cuestión hasta que punto Lee era un oficial tan brillante como se le considera.
Esencialmente, la carga de Pickett consistió en una maniobra de asalto frontal de infantería de las líneas de la Unión para forzar y romperlas. Esto ocurría en el tercer día de la batalla de Gettysburg, después de que en los dos días anteriores hubiesen tenido lugar duros combates. Las líneas de la Unión en el punto de asalto, en el centro del despliegue sobre el campo de batalla, se hallaban razonablemente bien atrincheradas y disponían de la protección de varios elementos del terreno, como un muro lindero de piedra y vallados de los campos en que se encontraban.
El plan de asalto confederado era simple como un cubo boca abajo: un bombardeo preparatorio de la artillería precedería a la salida de las unidades confederadas del bosque en el que se hallaban a cubierto. Las tres divisiones de la Confederación cruzarían los tres cuartos de milla que les separaban de las líneas de la Unión y contactarían con las líneas nordistas por el centro, que combatirían para alcanzar y tomar la Colina del Cementerio (Cemetery Hill), objetivo del día anterior.
Teniendo en cuenta que el terreno entre el bosque en el que se hallaban protegidos y el Muro de Piedra estaba despejado y que los federales se hallaban bien atrincherados para poder disparar contra ellos, el resultado era de esperar y hasta el mismo general Longstreet, mano derecha de Lee en la batalla, expresó su opinión al respecto:

General, I have been a soldier all my life. I have been with soldiers engaged in fights by couples, by squads, companies, regiments, divisions, and armies, and should know, as well as any one, what soldiers can do. It is my opinion that no fifteen thousand men ever arrayed for battle can take that position.

(General, he sido un soldado toda mi vida. He estado con soldados envueltos en luchas por parejas, por escuadras, compañías, regimientos, divisiones y ejércitos, y debería saber, tan bien como cualquier, lo que los soldados pueden hacer. Es mi opinión que no hay quince mil hombres dispuestos para la batalla que puedan tomar esa posición.)


Las unidades confederadas sufrieron alrededor de un 50% de bajas y fue un golpe psicológico del que ni la Confederación ni Lee lograron recuperarse. Las esperanzas del general que había vencido a la Unión tantas veces antes se demostraron excesivas frente a una situación en la que el enemigo estaba resuelto a resistir y tenía una posición sobre el terreno de ventaja para el enfrentamiento. Sencillamente, puede decirse que Lee fracasó de puro éxito.
Además de sus efectos inmediatos sobre la moral y la resolución para luchar del ejército confederado, la carga de Pickett se convirtió en uno de los elementos que han sido estudiados y revisados en cientos e incluso miles de libros sobre la batalla y uno de los totems de los defensores de la Causa Perdida de la Confederación. Como tantos otros momentos dispersos de valor, desesperación, estupidez o crueldad, se convirtió en una llamarada de gloria, un mito histórico al que aferrarse para reclamar una identidad colectiva.

miércoles, 18 de agosto de 2010

El Botín de Dublín + Las malvadas Farmacéuticas.

Se me hacía de una pereza infinita el volver a escribir pero quizás por eso mismo necesitaba vacaciones fuera. Mi sobrino tuvo el detalle de acogerme otra vez en su casa en Dublín y su novia (este apartamento era otro significativamente peor, pero el amigo que vivía con ellos se volvió a Madrid y ya no podían permitirse aquel lujazo de casa, ¡ays!) y él me tuvieron a cuerpo de rey en la semana larga que he pasado con ellos. No puedo quejarme para nada*, salvo por el pequeño detalle de que habitualmente me metían en medio de sus discusiones, que a veces se volvían tan absurdas que me parecía estar en Pepa y Avelino Dublin Edition.

Fig. 1. Botín: sección libros y series en DVD. Un poco de algo que ya conozco (Pratchett,Dick y Morgan, de quien un amigo me prestó Altered Carbon, un buen libro; los tomos de Fables, de los que ya me ventilé los dos primeros y me gustaron muchísimo) un poco para probar (Baxter y Reynolds y la antología de Noir). Las series, de mis favoritas (Tina Fey, te amo; Vic Mackey, a ti también pero de forma no homosexual. O si. No sé). Ya os contaré qué tal está la de Brotherhood pero pinta bien.


Fig. 2. Botín: sección juegos. Juego de puteos de los gordos. Me estuve leyendo Ricardo III mientras estaba con mi sobrino y algo tendrá que ver. No soy así. En serio.

Como el año pasado, éste también he vuelto con un considerable botín de libros y series en DVD más un juego de mesa que me interesaba de un tiempo a esta parte (pero que en realidad encontré en la tienda que fui a visitar poco más o menos de pura suerte, ya que ni esperaba que lo tuvieran). Con esto me aseguro unos cuantos meses de entretenimiento barato mientras languidezco en mi tedio de parado descontento (o algo así, porque lo de salir a correr por las mañanas y prepararme el examen de primer Dan de Karate no me lo quita nadie y ya veremos si empiezo a aprender a conducir y esas cosas necesarias para la vida moderna).
En lo concerniente al propio Dublín, pasear, ver cosas pero poco más. No es una ciudad que tenga muchas cosas y una vez visto todo lo que hay que ver, incluída la vida nocturna, se queda en poquita cosa si no vives allí y vas de turista, pero se agradece el descanso. Ah, si, estuve de visita en el Museo Nacional de Historia Natural. Es poco más que una colección de ejemplares disecados, bien organizada, eso si, y muchos de ellos provenientes de donaciones de cabezas obtenidas en safaris y ese tipo de cosas pero la verdad es que a mí me sirvió para reverdecer un poco mis conocimientos de zoología y morfología y sus bases ecológicas y evolutivas y si no tienes demasiada idea de estos temas, siempre resulta interesante ver la diversidad animal. Naturalmente, echaba en falta una sección de reptiles y serpientes (¿sabéis por qué?).

Para compensar, el viernes estuvimos de excursión en los acantilados de Moher. Están en el otro lado de la isla y son una vista impresionante que merece verse. La excursión en sí podía haber ido mejor con alguna parada menos (y mejores carreteras) pero estuvo bastante bien y tengo algunas fotos por ahí que transmiten bastante bien lo impresionante de las vistas.
Fig. 3. Mogollón de metros todos para abajo, lo menos 100. Decía el guía que venían muchos a tirarse. Nos ha jodido: éxito seguro.

Fig. 4. Impresionan de verdad. Me hubiese gustado tener una cámara con un objetivo telescópico gordo para poder observar los nidos de las aves. Había hasta frailecillos.

*Falso, si había una cosa de la que quejarme: esos salvajes comepatatas no saben lo que son las persianas y las ventanas de mi sobrino estaban orientadas hacia el punto exacto del Sureste por el que se alzaba el sol. Casi todos los días me despertaba a las 7 y media por el puto sol. Hay que joderse, ir a Dublín y que haga tan buen tiempo que no puedas dormir a pierna suelta.
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Me gustaría comentar un par de cosas a raíz de un par de cosas que han ido surgiendo en un hilo sobre homeopatía de un foro en el que participo. Me plagio a mí mismo (dando formato a lo que corresponda, claro) pero con buen motivo: uno de los argumentos más usados para defender toda esa mierda del naturismo y la homeopatía es el de los efectos secundarios de los medicamentos. Me parece muy importante dejar algo claro (y de paso dejar claro que he amortizado el máster y que en la empresa me lavaron el cerebro :P ).

Por aquello de los efectos secundarios y lo malvadas malosas que son las compañías farmacéuticas:
-TODO xenobiótico tiene efectos secundarios: cualquier cosa que introduzcas en el cuerpo que no pertenezca a él tendrá efectos indeseados más allá de su principio activo. La mayoría de las substancias de origen natural que se han empleado durante siglos tienen efectos secundarios y afectan al organismo, tanto más, en tanto que al no estar purificadas como principio activo a éste lo acompañan productos secundarios del matabolismo de la planta (pues la mayoría son de este origen).

De hecho, la mayoría de las plantas de consumo habitual en la dieta humana tienen componentes indigestos y/o tóxicos, motivo por el que la harina de almortas empleada para las gachas debía cocerse largo tiempo, lo mismo que la mayoría de las legumbres (inhibidores de proteasas). Otro caso similar ocurre con la mandioca o cassava (Manihot esculenta), que tiene glucósidos cianogénicos (o sea, formas de azúcares que se rompen y liberan cianuro) y con muchas otras plantas que se han domesticado.

Muchos de esos remedios naturales (o naturistas, más bien), producen efectos de estimulación de los citocromos de detoxificación del organismo para poder copar con los productos secundarios que llevan y pueden hacer que una terapia convencional no funcione precisamente porque se toman esas infusiones y brebajes sin consultar al médico, el farmacéutico ni a nadie. No quiero ni contaros la risa cuando afectan a los citocromos que detoxifican los anticonceptivos y se cargan éstos antes de que pueden tener efecto o hacen que un anticoagulante no funcione correctamente y haya que elevar la dosis al paciente, que tiempo después deja de tomar los "calditos" y sufre misteriosas hemorragias. Estas interacciones se conocen entre fármacos y la mayoría de médicos, aunque sólo sea porque siguen los catálogos, no recetan ciertas parejas de ellos pero cuando se toman misteriosas pócimas, la responsabilidad ¿de quién es?

-Llegamos al otro punto: todos los fármacos tienen riesgos no previstos en los prospectos que los acompañan y debidos a las diferencias genéticas entre poblaciones e indivíduos. Sencillamente, los seres humanos somos diferentes a nivel molecular y por pura estadística, en los ensayos clínicos, no entran personas con todos los genotipos y fenotipos, por lo que es normal que aparezcan efectos secundarios graves tiempo después de aprobarse medicamentos concretos. De hecho, es una de las bases de los medicamentos para afroamericanos o asiáticos, etc., tema que hasta aparecía en algún episodio de Urgencias y o de House. No se trata de conspiraciones, sobornos o manos negras: no hay que atribuir a la malicia lo que explica la estupidez (o sólo la estadística).

Para poder seguir esto, las farmacéuticas, esas compañías tan malas malosas, tiene departamentos de farmacovigilancia que siguen y monitorizan esas incidencias. Son un negocio, cierto, pero ejercen ciertas responsabilidades precisamente para seguir en el negocio y se hallan bajo regulaciones muy duras que ya querríamos para otros sectores de la economía.

lunes, 2 de agosto de 2010

Weirdness is after me.

El mismo fin de semana después de mi buen/mal día, acabé rompiendo una de mis propias reglas de comportamiento de forma deliberada y concienzuda: bebí solo. Hay muchas formas de beber solo, eso está claro, y la mayoría de ellas hasta incluyen el ir a un bar y estar rodeado de gente a pesar de que eso sólo es una cortina de humo para no reconocer que estás bebiendo solo. Me da igual que los que te rodean sean los habituales del lugar, que te conozcas todos sus nombres y al barman y su vida: hay una forma muy reconocible y evidente de beber solo que se puede reconocer sólo con verla.
Por fortuna o por desgracia, mi capacidad para el autoengaño no llega tan lejos. Bebí solo a conciencia y con ganas, porque lo que quería era, en el fondo, purgar lo que llevaba dentro, cosa que conseguí. Vaya si lo conseguí. Si no habéis tenido la experiencia de meteros los dedos en la garganta para poder evitar absorber el alcohol que todavía tenéis en el estómago ya os puedo decir que no os perdéis nada.
A la mañana siguiente, claro, llegó el momento de tomar decisiones. Si, ya sé que lo normal es que la resaca te esté asesinando, te hagas promesas de no volver a beber, que no puedas ver la luz y todo eso pero había evitado la jaqueca bebiendo agua después de "desbeber" los espirituosos y eso evitó la deshidratación (que es lo que mata), si bien el estómago aún me daba vueltas. La cosa funcionó, de todas formas, y es por eso que ahora salgo a correr, que he reconducido asuntos pendientes y que veo las cosas de otra forma, quizás no más positiva que antes pero si más fría y equilibrada, para bien y para mal.
Es curioso como muchas veces un cambio de actitud y de ver las cosas puede resultar lo que necesitas en tu vida pero también es muy curioso cómo descubres ciertas cosas a tu alrededor con sólo un poco de atención. Aunque hago un hábito de fijarme en ese tipo de cosas, el lunes de la semana pasada me ocurrió con un anuncio, como me había ocurrido con un par de restaurantes algo antes y para lo que dejo constancia (aunque espero que me disculpéis lo borroso de la cámara del móvil):
¿Publicitando el local a los clientes o cristaleros manazas?

El Humor que nunca pasa de moda.

No se cortan: ¡Zas! ¡En toda la boca!

martes, 27 de julio de 2010

Homenaje.

Aprovechando que últimamente tengo la situación más organizada, sobre todo gracias a lo de salir a correr por las mañanas, me he permitido establecer una rutina mejor de lectura, series y otras cosas para aliviar el tedio y el hastío. Ya que hago lo que puedo para encontrar empleo, no puedo dedicarme a agobiarme y sentirme culpable por no encontrar nada de momento y tengo que tener ilusión por algo, aunque sea tan pedestre como la historia de éste o aquel libro o ésta o aquella serie (joder, Lost tiró de mí el año pasado, que ya fue algo importante). En esa línea estuvo lo que disfruté de JCVD, película tremenda que no puedo sino recomendar a todos desde aquí.

El caso es que hoy quiero homenajear a uno de los actores más injustamente tratados del cine y la televisión actual. Sé que a muchos les rechinará pero creo que se lo merece. Creo, sin ninguna duda, que su potencial todavía está por explorar y el tiempo me dará la razón de la misma forma en que la recibieron aquellos que defendían a Alfredo Landa y José Luis López Vázquez.
Es cierto, no ha aparecido realmente en películas muy reseñables o en papeles en los que haya podido demostrar una gran profundidad actoral pero creo que su actitud de estajanovista del cine es encomiable de la misma forma en que aquellos actores del cine español del desarrollismo hacían un montón de películas para (sobre)vivir y luego revelaron su capacidad dramática con la muerte del tirano. Hace falta también dar un voto de confianza a un actor y juntarlo con un director de verdad para que florezca todo su talento.
Con una mirada a su carrera en la IMDB, podemos comprobar que actuó por lo menos en una cinta injustamente menospreciada de serie negra junto a Alec Baldwin (quien luego hubo de ganar peso para poder contener todo el talento que despliega en 30 Rock. ¡Vedla, malditos, que es muy grande!) pero su lista de papeles en grandes producciones no es tan larga, a pesar de que lista por lo menos 190 entradas como actor en su perfil (alguna de ellas como reiteradas apariciones en una serie).
Sus facciones, duras, y su lenguaje corporal ha favorecido que se le encasille en papeles de gangster, chuloputas o cosas parecidas pero creo que ahí hay un potencial enorme para papeles serios y profundos en los que pueda explotar sus facetas dramáticas en serio. Tengo el profundo convencimiento de que un actor con el sentido del humor necesario para poder realizar un papel en una película en la que participa Roger Corman y rodada con estándares de cine de guerrillas tiene que tener suficiente pathos para invocar un personaje que hurgue en el interior de las personas y les lleve por las emociones que quiera, maldita sea.
Y, qué coño, que creo que Eric Roberts, después de rodar mierdas grandísimas y seguir rodando películas tiene ese sentido de la dignidad tan presente en el cine español de que más cornadas da el hambre.

lunes, 19 de julio de 2010

Bend or Break.

"Señor, Tú ocúpate del dolor físico que del espiritual ya me ocuparé yo."
-Oscar Wilde antes de entrar en presidio, atribuido.-

Romper el ritmo y pasar de estar haciendo cosas y tener trabajo a no hacer nada me ha resultado duro y la semana pasada la desidia me comía completamente. Cualquier cosa que empezaba a hacer la empezaba con desgana y sin que me acabase de llenar del todo. Mi vida me parecía/parece de un tedio insoportable. Unas vacaciones no acaba de ser vacaciones de verdad si no se tiene algo a lo que volver y no se tienen ingresos.
Para poder evitar ese mal rollo decidí que necesitaba hacer algo más y he empezado a salir a correr los días que no tengo Karate temprano por las mañanas. De momento mantengo unos veinte, veinticinco minutos en carrera y luego reduzco a caminar con desnivel durante otros diez o quince. Aparte de sudar la camiseta, el cuerpo se queda más fino y equilibrado y no le doy tantas vueltas a la cabeza, que es, en el fondo, lo que me acaba cargando, a falta de más contacto social.
Emocionalmente, si tuviera algún trabajo, al menos habría estado ocupado con algo y habría tenido gente más allá de mis padres con quien hablar regularmente y llevar un entorno social saludable, por no hablar de lo que contribuye el tener empleo a mi autoestima. Además, el tema de A (la chica de la beca) no tiene pinta de que se vaya a resolver satisfactoriamente y me ha dolido a nivel personal especialmente. He tenido la sensación de que para algo bueno (el máster) que me importaba relativamente, he tenido que pagar algo malo perdiendo a alguien que me importaba de verdad.
El ejercicio físico ayuda, aunque sólo sea porque el esfuerzo y sus efectos sobre el organismo distraen al cerebro de las cosas chungas y lo dejan en un estado de felixibilidad emocional en el que muchas cosas te importan un huevo y las puedes ver más racionalmente, así que la relación causa-efecto no es tal pero, por lo que sea, parece como si las cosas que me importan y quiero se quedasen por el camino.

P.S.: no os perdáis mi colaboración en Viruete.com.

lunes, 5 de julio de 2010

It's been a bad Day.

"Sólo existen dos grandes tragedias en la vida: una es no conseguir lo que tu corazón desea y la otra es conseguirlo."
-Oscar Wilde (atribuída)-

Finalmente soy máster (del universo, JA-JA, cómo si nadie hubiese hecho ese puto chiste antes... En fin). He llegado a la facultad con un subidón impresionante entre la cafeína y la ligera ansiedad de tener que plantear la defensa de mi memoria final (que ya había entregado la semana pasada) de los últimos tres meses de prácticas. Cierto es que había repasado tanto la memoria como la presentación varias veces con la gente de la compañía pero terminar por fin lo que ha llevado tanto tiempo era algo que esperaba para quitarme un peso de encima.
Me alegra decir que gustó, tanto en la facultad como en la casa y que la gente de la compañía me tendrá en cuenta para el futuro. El aprecio es recíproco y el viernes pasado a mi tutora y a mí nos costó media hora despedirnos finalmente. Lo que más echaré de menos es el ambiente de trabajo tan bueno que teníamos y que es algo que no se puede conseguir con dinero. En tres meses se han ganado mi más profundo y genuino aprecio.
Por otro lado, tomé cartas en mi asunto pendiente y la cosa pinta bien, en contra de mis expectativas. Lo que no esperaba ha sido lo de después del máster.

No hay rodeos posibles para ello. Hace un par de años conocí a una chica en mi facultad. Una chica que estaba muy bien como en "ir al trabajo y verla me alegra el día" de bien. Tenía y tiene novio.
Esta chica se quedó ocupando el puesto que yo ocupaba cuando me fui al centro de explo... excelencia investigadora. Se le acababa la financiación a principios de este año y, por suerte, al grupo le concedieron proyecto con derecho a beca, que ella solicitó.
Mi antiguo y su actual jefe me sugirió que la solicitase y me colocaba como suplente por si acaso. No tenía intención de quitarle el puesto ni nada y no quería quedar en el compromiso de hacerle un desplante a alguien a quien respeto como mi maestro, así que lo hice. Cometí el error de dar por sentado que él se lo contaría a ella y no le dije nada explícitamente. Ella se enteró por las listas de la beca y hoy pasé a verla.
Decir que ha sido una recepción fría es como decir que Norman Bates tenía algún cambio de ánimo.
Fui un estúpido por asumir algo así a la ligera, aún cuando no tenía ni la más mínima intención de quitarle el puesto ni hacer nada más que un gesto de cara a otra persona y creo que me lo merezco, aunque no actuase de mala fe. La he escrito pero no sé qué va a pasar y la verdad es que no sé qué quiero que pase porque también estoy cansado de luchar una batalla que sé que no puedo ganar.

lunes, 21 de junio de 2010

Un Encuentro Inesperado.

En el que el autor conoce nuevos amigos y fantasmas de asuntos sin resolver de su pasado se presentan a través de un viejo amigo.

"The Texan turned out to be good-natured, generous and likeable. In three days no one could stand him."
-Catch 22. Joseph Heller-

La semana pasada, como poco, fue interesante. Uno o dos fines de semana antes, una bloguera, Ñita, con la que entablé amistad hace ya un año o dos, con ese mutuo reconocimiento y seguimiento de las entradas de cada uno que a veces se vuelve un poco masturbatorio y que, aunque sólo sea por mantener la pose de hermitaño medio amargado sin la que ningún bloguero de criterio puede sobrevivir, tengo que denunciar como un tanto ñoño.

Habíamos perdido el contacto allá por Diciembre del 2008, cuando perdí mi disco duro (¡y toneladas de porno duramente bajado! ¡malditos coreanos de Samsung!) y, en la debacle, practicamente mi identidad electrónica. Como después vino lo de mi estupenda estancia en el inframundo investigador, mis prioridades eran más lamerme las heridas y buscarme la vida que socializar. Para mi vergüenza, fue ella la que dio conmigo hace poco a través de mi artículo en Viruete.com (¿A qué esperáis? Es ingenioso. ¡Leedlo!) y como ella es también aficionada (¡Ja! ¡Su colección duplica la mía y suma 20 juegos más!) propuso que recuperásemos el contacto y echaramos partidillas de cuando en cuando.

Ha sido de lo más inesperado pero agradable. A veces, con esto de crecer y madurar tengo más la sensación de que los motivos o las oportunidades para perder amigos son más que para hacerlos y el conocer a gente maja con la que llevarse bien y divertirse. Los gustos cambian, te das cuenta de que ciertas personas también cambian o de que no eran como tú creías en su momento. Es mucho más fácil de lo que parece distanciarse de personas a las que tienes afecto y más de una vez no tiene porqué ser algo tan categórico como quedarte de piedra al ver que unas personas a las que considerabas razonablemente inteligentes y maduras siguen creyéndose hoy, a estas alturas de la película, que Saddam tenía armas de destrucción masiva y que la invasión de Irak ha sido positiva para el Oriente próximo.

De momento parece que podemos tener cierta regularidad en las partidas y el Agricola va a ser una estrella de la temporada. Una sorpresa agradable.

"By the pricking of my thumbs
Something wicked this way comes."
-Macbeth. W. Shakespeare-

Pero también me llevé una sorpresa más bien desagradable el jueves. A nivel existencial fue como una emboscada, una mina, un coche bomba... Además, por fuego amigo. Y lo peor es que fue por culpa mía.

Mi amigo Al me introdujo en una cadena de e-mails de una obra de teatro a la que iban a apuntarse su novia y él en la que también estaba incluida otra persona, una antigua amiga común con la que no he tenido contacto desde hace ya nueve años y con la que perdí el contacto de forma poco agradable (a bit of an understatement).

No fue mi mejor momento.

El jueves, estaba demasiado cansado para hacerle caso pero el viernes me lo pasé rumiando la situación hasta que hablé con mi amigo para sacar más información. No quería comprometerme a nada sin saber si iba a estar y tener una situación en la que iba a haber un elefante del tamaño del Titanic en la habitación, por mucho que tirase de toda la hipocresía social que he adquirido desde entonces. Por suerte no soy dado a la acidez de estómago psicosomática pero si pensaba mucho en ello podía caminar por las paredes.

Al final, la situación se desarmó por sí sola porque ni ella iba a ir ni yo pude (además, pensaba que era al día siguiente, así que sufrí la oleada de pánico inútilmente). Sin embargo, la reacción me dejó claro que una situación trivial que podía haber sucedido antes o después había desenterrado un asunto de mi pasado que no había atendido porque, simplemente, había salido de mi esfera de realidad. El sentimiento de culpabilidad por haberme comportado en su momento como un gilipollas no desapareció, sólo quedó tapado por el polvo del tiempo y la distancia sin que ni siquiera discutiese el asunto con Al, que no deja de ser de mis mejores amigos y que, sin saberlo, me estaba amargando el día.

"Los demás son algo así como testigos. Si no existieran, nunca conoceríamos la vergüenza."
-Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo. Haruki Murakami-

La cuestión es que, después de todo este tiempo (si me pongo a pensar que es casi una tercera parte de mi vida me salta el esmalte de las muelas...) y sin contacto el uno con el otro, el habernos encontrado en un acto casual habría sido incómodo pero no necesariamente un desastre ni nada que tuviese consecuencias más allá de unas dos o tres horas de silencios incómodos, devíos de conversación, grupos de conversación separados o cosas así. En realidad, el problema no está en lo que piense ella de mí, en los reproches que pudiera hacerme o lo que sea. El problema es lo que yo pienso de mí mismo a partir de mis acciones de entonces y no haber hecho lo correcto (por orgullo, por estupidez, por terquedad) para corregirlo.

Puede que el resultado hubiese sido el mismo por dejadez, en vez de algo súbito, pero si uno sabe que no actuó de forma correcta y no puede respetarse a sí mismo por eso mismo, entonces poco importa tener a los demás. Es más bien egoista, porque así mis disculpas tienen la finalidad de aliviar mi propia conciencia, no tanto de reparar el daño hecho, pero se trata de hacer lo que uno debe hacer. Y mi conciencia es un rato hija de puta.

martes, 15 de junio de 2010

Transmisiones.

El jueves pasado, por una de esas estúpidas conjunciones de hábitos adquiridos y gestos automáticos y algo de falta de sueño, cometí un error en el laboratorio que, sin ser críticos, demoró la preparación del experimento del día e hizo que perdiese reactivos que podría haber empleado el día siguiente, ahorrando prepararlos en ese día, con el consiguiente incordio, si bien no para mí, sino para una compañera del labo (claro que ella es fija). El caso es que me irritó profundamente porque un error parecido lo cometí el día anterior. El típico error de no fijarse en lo que uno hace y poner un reactivo donde no debe, diluyéndolo de más y echándolo a perder para cualquier experimento que uno quisiera hacer. Definitivamente, no conviene emplear botellas iguales para estas actividades.
El problema no fue trascendente. Se preparó más reactivo y listo. Pero el rebote conmigo mismo me duró buena parte de la mañana. No era cuestión de haberla cagado y quedar en evidencia sino de cagarla como un novato por no estar concentrado en lo que hacía. Orgullo profesional, si queréis. Lo que si noté fue que para contárselo a mi jefa utilicé sarcasmo a mi propia costa. Un mecanismo de defensa pasivo-agresivo, si, pero para ocultar el verdadero cabreo que tenía conmigo mismo. Ciertamente, ni mi tutora ni nadie más tenían por qué soportar mi cabreo así que en vez de ser abiertamente desagradable con los demás hago chistes y comentarios que me dejan en evidencia desviando mi irritación sobre mí mismo pero sin ser abiertamente invasivo con los demás.
Me puse a pensar sobre ello (una ventaja de la plataforma automatizada, poder hacer otras cosas mientras el invento robotizado se dedica a operar el sólo esperando a que te despistes o te ausentes un momento para hacer algo mal y poner todo en crítico) y pensé que, en realidad, la primera reacción que tuve cuando vi a mi tutora fue poner cara de póker y no revelar que, en realidad, estaba cabreado, sino que me cerré en banda el aspecto emocional a pesar de explicar el error y asumir la responsabilidad. Con otras pequeñas cosas que habían ocurrido, en realidad bastante triviales y derivadas de la división del trabajo (que a veces uno puede percibir como más o menos justa) hice más o menos lo mismo pero no me dí cuenta hasta ese momento.
De natural soy bastante poco comunicativo. No es que no me guste airear mis emociones, esa fase la superé al final de mi adolescencia y de una forma más o menos forzada (bend or break, they say), sino que no me gusta que me lean. Me comunico con mis amigos y con la gente a la que quiero pero normalmente, con la gente con la que me falta el grado íntimo de confianza no me gusta que la gente sepa exactamente qué es lo que hay dentro de mi cabeza. No me gusta que la gente tenga toda la información sobre mí ni todo lo que proceso. De hecho, ni siquiera me gusta que mis amigos me tomen por previsible. Me gusta conservar aunque sólo sea una partícula de variabilidad e impredicibilidad. Las conclusiones psicológicas sobre el tema, id a saber pero las filosóficas podrían relacionarse con el libre albedrío, que no lo niego. Me gusta tener por lo menos una pequeña impresión de libertad de acción y capacidad de decisión sobre mi vida y, sin lugar a dudas, creo que eso es lo que más de agobió cuando estaba en el otro labo hace ya un año: la sensación de que mi vida quedaba sometida a control ajeno y a las decisiones de otro. Eso se me hizo realmente intolerable.
Cada uno se expresa de formas muy particulares. La forma de actuar y manifestar lo que uno piensa y siente es algo parecido a la forma en que los barcos navegan por el mar con radio y sensores. Uno puede emplear sus sensores de forma activa, enviando estímulos y observando respuestas en los demás; o emplearlos de forma pasiva, observando y escuchando sin decir palabra. Con la expresión corporal, los gestos y la personalidad ocurre de forma parecida al lenguaje. Es una cuestión de comunicación.
Hay gente que resulta algo parecido a una bengala en una habitación a oscuras. Se les ve venir desde lejos, mientras que otra es más comedida, circulando con señales para indicar su curso y observando a los demás. Y siempre están los que parece que nunca están ahí. No siempre lo que uno aparenta es lo que lleva dentro. Siempre hay payasos que lloran por dentro o esposas trofeo que son muy conscientes de que su vida vale tanto como lo que entretengan a sus maridos pero en las relaciones humanas la comunicación no deja de ser a una escala menor lo que viene a ser entre los países y las agencias de inteligencia: un juego de verdades y mentiras en el que siempre hay que, según el grado de confianza, hay que desenredar más o menos hilos de la madeja.
Me intriga lo que oculta la cabeza de la gente tanto como me obsesiona el ocultar lo que hay en la mía. No soy un jugador de póker especialmente bueno pero creo que le encuentro al juego la gracia más por lo que tiene de estudio de la comunicación humana que por cualquier otra cosa.