domingo, 22 de noviembre de 2009

La Movida.

Inauguro una nueva sección con muy mala idea. La portada del disco va en serio.
Soy una de esas personas que le tiene asco a la Movida. No sé si somos muchos o pocos ni me importa. La Movida me da asco, me parece aborrecible. La cosa podría tener una interpretación freudiana, porque mi madre era joven por entonces y podría ser un signo de confrontación generacional, por aquello de marcar mi personalidad y todo eso pero no. Mis motivos son subjetivos pero conscientes.

La Movida fue una tormenta en un vaso de agua. Ha habido un buen montón de interesados que han estado perdiendo el culo fomentando la nostalgia de aquella época, poniéndola como si hubiese sido el germen de la cultura de los siguientes veinte años y hagiografiando a unos artistas que no dejaban de ser humanos y que, por muy bien que cantasen, escribiesen o componieran (lo que es más cuestionable, por otra parte), hoy serían lapidados en los medios por la vida que llevaban y las cosas que se introducían en el cuerpo por vías diversas. Si, explosión de libertad y lo que os dé la gana y os salga de los cojones o los ovarios pero eso no quiere decir nada. Salvo aquellos que tuvieron la decencia de morir con las botas (y la aguja) puestas, la mayoría se reconvirtieron en pequeños burgueses de uno u otro signo y su pequeña revolución cultural, su gigantesca borrachera y sus excesos, sólo dejaron una resaca de la que aún pagamos las consecuencias en la música y el cine, sobre todo.

Pero claro, ahí están esos pequeños burgueses que aún nos recuerdan que estuvieron allí para intentar convencerse a sí mismo de que no se han convertido en lo que aborrecían tan profundamente (sus propios padres), sacándonos los revivals de éste y aquel grupo, los ciclos de éste y aquel cine. Todo muy profundo y muy emotivo y muy hermoso, sobre todo si el protagonista del acto genera compasión por ver en qué se ha convertido después de lo que fue, recordando que los excesos se pagan y que, chico, mejor él que tú. Schadenfreude a mogollón.
No hablemos ya de si el homenajeado fue realmente bueno, si captó a generaciones posteriores convirtiéndose en un clásico cuyas obras fueron seguidas mucho tiempo después de su creación original, porque entonces la cosa llegará al paroxismo. Añadamos entonces una defunción en la que todos los concienciados parezcan haberse convencido a sí mismos de que no podía ocurrir tan pronto, por más que resultase previsible cuando el peso del difunto fuese el de una niña y sus facciones recordasen más a uno de los documentales de George Romero que al anuncio de un balneario. Es lógico: las adicciones a los opiáceos son un hobby cualquiera.
Si más de uno de los que ha palmado se llamase Winehouse o Doherty, seguro que no hubiese habido tanto drama.

Y lo que es más: se permiten ir luego dando lecciones morales. No hace falta que repasemos a todos los difuntos o los adictos porque entre los que parece que evitaron los vicios autodestructivos, ya que no los caros, según parece, se hallan algunos seres que, de mear sobre el público en sus conciertos a lo Punk terminal, hoy pretenden ser referentes de autoridad moral en la lucha contra los cánceres de la sociedad, entre los que figura, según ellos, el latrocinio de bienes cargados con una plusvalía abusiva. Me refiero a Friedchicken, por supuesto, hijo intelectual (es un decir, claro) de Al Capone.
Friedchicken, claro, es sólo un síntoma de en lo que se hubieran convertido la mayoría de ellos si se hubieran aburguesado por un poco de cobardía, sentido común o lo que sea que hace que la gente renuncie al estúpido hábito de matarse a sí misma de forma lenta (por oposición a hacerlo como Larra, que, aunque su motivo fue estúpido, tuvo los cojones de colocarse una bala en medio del melón). Supongo que al menos es afortunado que muchos conservaran su dignidad y supieran palmarla a tiempo porque con los que nos han quedado ya vamos sobrados.

5 comentarios:

Biónica dijo...

El otro día vi un antes y después del friedchicken... de vergüenza ajena. El "antisistema" que se decía... arg. Es un ejemplo de persona que se tiene a sí misma por coherente, pero sin embargo todo él es una incoherencia. O mejor dicho, un despropósito. De la Movida conozco poco, lo único que acepto y que conozco es a Antonio Vega, que no a Nacha Pop. Pero por cosas que nada tienen que ver con la Movida ;)

Centro Picasso Vilnius dijo...

¡Amén, hermano! Yo no he sido nunca muy de la Movida, y ver las fotos de mi madre en aquella época me da bastante vergüenza ajena y propia. Sólo digo:

1. Que verles bailar, colocados hasta arriba de todo aquello, da risa.

2. Que Carlos Berlanga era bien de guapo, pero que colocado hasta arriba de todo aquello, daba risa.

3. Que la música de los 60 era mejor, y nadie la revindica.

4. Que no sé si serán las drojas, pero ahora se han hecho todos del PP...

(Y añado: ¡¡¡¡compusieran, niño, compusieran!!!! ^^)

Illuminatus dijo...

Puffff, chica, a diario manejo un 50% de inglés y un 25% de alemán. Normal que vaya como voy...

Centro Picasso Vilnius dijo...

Bueno, la verdad es que tendrías que oírme hablar a mí ahora... Me he acostumbrado a hablar "facil" para que me entiendan mis estudiantes, y parezco tonta o extranjera, que no sé qué es peor ^^

AkaTsuko dijo...

En el reciente puente tenía pensado preguntar a mi madre sobre este fenómeno, y dejar aquí un testimonio de primera mano, pues mi madre vivió plena Movida en Madrid precísamente.

Pero su trabajo me ha impedido mantener mucho contacto con ella, por desgracia.

Una pena, no puedo juzgar con perspectiva como me gustaría. ¿Existe equivalente actual a la Movida en pleno inicio del siglo XXI? ¿Las cosas se han traquilizado? ¿Estar en la onda s ha reducido a pequeños protocolos de gasto y consumo a merced del mercado hostelero? ¿Internet ha mermado los fanatismos musicales e ideológicos a simples debates en foros?

Nacer tarde es lo que tiene.