El asunto en cuestión fue el regalo que me hizo una tercera persona, una amiga con la que entonces guardábamos una estrecha relación y que hace ya un tiempo que no vemos. El regalo no lo recuerdo ahora mismo, por motivos obvios, porque lo que lo acompañaba era [suspiro] una de éstas. El fondo común que entre varios amigos hicieron fue a parar al regalo en sí, que, repito, no identifico, y a eso. Que es de dudoso gusto está claro pero hay que añadir que tomar la decisión por su cuenta y riesgo no fue, precisamente, una mejora del tema. Además, ¿qué coño de cara tiene que poner uno ante algo así? Y más delante de amigos míos, algunos de ellos, a los que no conocía realmente. Desde luego, se lo podría haber pensado mejor. No fue un motivo concreto del distanciamiento que vivimos ahora pero resulta casi sintomático.
La verdad es que tiempo atrás me jodió bastante porque éramos muy próximos y estuvimos juntos en algunas etapas de mi vida bastante jodidas pero cuando uno hace todo lo que puede y no obtiene respuesta positiva tiene también que aprender a rendirse.
Al menos, sin embargo, puedo decir que se trataba de amistad de verdad, un valor al alza por la abundancia de falsificaciones.
El otro día, con los compañeros del Máster* hablábamos del tema de la gente que uno conocía en primero y los amigos de la facultad. En general coincidíamos en que la mayoría de amistades que uno hacía en primero estaban motivadas, entre otras cosas, por el miedo al entrar en la facultad y estar solo. La gente se unía y formaba círculos de forma un poco inconsecuente y, posteriormente, parecía que se sorprendían cuando descubrían que no se aguantaban o que esos amigos que tenían no lo eran tanto. A todos nos habrá pasado, por lo menos con una persona. A mí, en ese sentido, mi asocialidad me ha salvado de sufrir estos casos, si no en calidad, por lo menos en cantidad.
Con todo eso de las redes sociales, Facebook y MySpace, sobre todo, parece, además, que la amistad es un valor que se encarece por la abundancia de falsificaciones. He recibido un par de invitaciones gente y, además de no interesarme el maldito invento, no me siento unido a esas personas. Desconozco qué es lo que pensarán por mi rechazo (aunque también desconozco si ellos lo detectan) pero tampoco me importa. Parece que ahora uno está obligado a exponerse y que los demás sigan su rastro y sepan lo que está haciendo, y eso sin inlcuir las consecuencias indeseadas de las redes de amigos y las fotos y demás (eso de que alguien ponga tu nombre en una foto que se suponía íntima). Es que es acojonante: el estado no ha tenido que montar un Gran Hermano porque son los mismos ciudadanos los que se entregan voluntariamente mediante una mezcla de exhibicionismo y chafarderismo.
En el fondo no sé si es que hay gente que está realmente tan insatisfecha (de ahí el exhibicionismo) o aburrida (idem para el cotilleo) como para buscar figurar o estar enterados de lo que hacen los demás pero a nivel social resulta preocupante que la gente pierda la perspectiva de lo que son las auténticas relaciones sociales. Y eso sin tener en cuenta los que lo utilizan para pillar cacho (los sitios de búsqueda de pareja no están en el fondo del barril, amigos) con ingeniosas técnicas. A mí, desde luego, no me pillarán con vida.
*Dos semanas y satisfecho.
3 comentarios:
El típico regalo de coña. ¿Es un regalo de un emisor a un receptor, o en realidad el emisor se regala "algo" a si mismo? Me explico: generalmente, este tipo de regalos de coña los realiza una persona que espera cierta reacción en la persona que recibe el regalo. Intentaré responder a tu pregunta, cómo reaccionar. La reacción esperada por el que regala es, si va con intenciones amistosas el gesto, que el que reciba se parta de risa, que le dedique carcajadas y palmaditas de complicidad al emisor del regalo.
"Qué gracioso y qué original eres por haberme regalado una vagina de plástico Paco"
"Qué auténtica y qué ideal eres como siempre, Martita, cariño, mira que haberme regalado un vibrador de triple cabezal".
Pienso que esos elogios (falsos en su mayoría) son el objetivo final de la persona que regala, en un acto de altruismo falso. Busca enaltecer su ego, nada más.
Es como el que regala algo "hecho a mano". Está muy bien visto y posteriormente recibe elogios del tipo "qué creativo eres" y cosas así, que reconozcan cierto talento.
Yo estoy en segundo año de carrera, así que poco puedo comentar de forma global sobre las relaciones con os compañeros. En mi experiencia personal, lo característico es la aburrida rutina en la que están inmersos.
En cuanto al tema de las redes sociales, hete aquí mi confesión: uso facebook para hacer publicidad de mis escritos en las diferentes webs. Tengo un par de fotos que utilicé para que me conocieran de vista las personas con las que me iba a encontrar este verano en la muestra de cine chungo que ya comenté en mi blog. Pero nada más.
Hombre, cuando te preguntan si te ha gustado... para qué mentir, no? Yo sería clara: "Me encanta que me hagas esta pregunta. No, no me gusta" xD
Aunque es de suponer que si haces ese tipo de regalos... no tienes mucho en cuenta la opinión del receptor, no?
Redes sociales: buf, me parecen un invento del demonio. Desde que me quité, siguen intentando tentarme. Que ni los cuarenta días en el desierto con el diablo subido a la chepa. Qué pesaos coño. Y coincido... invento más artificial que ninguno.
Estoy orgullosa de mí misma xD, me he quitado!
Estoy totalmente de acuerdo contigo. El número de mis amigos que se mantiene invariable desde hace años es de exactamente tres. Tengo Facebook y ellos no, y eso no me hace confundirme. Hoy en día la diferencia entre "amigo" y "conocido" parece que está borrosa...
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