La mujer vivía en una de las plantas altas, a juzgar por la altura que quedaba hasta el nivel de calle. Debía tener en torno a los cuarenta años y era de modales suaves, voz delicada, morena y más bien poco agraciada. Además, se expresaba de una forma en que parecía tener algún grado, aunque fuese poco severo, de lo que se suele llamar eufemísticamente dificultades cognitivas. No sabía exactamente cómo pero parece se que era mi vecina de abajo.
El hermano de la mujer, un hombre que llamaba la atención como un grano de arena en una playa, había muerto. Es más, había sido asesinado. El motivo se le escapaba a todo el mundo y no fue por un robo. Trabajo vulgar, estilo de vida vulgar, apariencia vulgar. Era tan peligroso como un puñal de miga de pan. No había nada en su modo de vida que pudiera llevarle a las proximidades de la vida delictiva.
La mujer no parecía muy alterada por la situación, lo que no era extraño, dada su condición psicológica. Sólo parecía que le preocupasen las consecuencias derivadas de la muerte de su hermano respecto a su vida cotidiana. El hermano parecía encargarse de todas las labores de la casa o, por lo menos, de aquellas que tuviesen un riesgo, por mínimo que fuese. Ella, constantemente, llevaba una foto enmarcada de su hermano y ella.
Mi compañero, de facciones borrosas, literal o psicológicamente, no decía mucho pero insistía en que el hombre había muerto por un motivo que iba más allá de lo evidente. Había algo oculto.
De algún modo, la maldita foto me obsesionaba. No parecía casual. El hermano se la entregó a la mujer hacía tiempo pero esa manía de llevarla a cuestas constantemente... Como mejor pude, le pedí la fotografía a ella y la estudiamos mi compañero y yo. Había algo, patrones, elementos en ella, que hacían que resultaban llamativos. Había sido manipulada sutilmente pero de forma deliberada.
Con ayuda profesional descubrimos que la maldita imagen era un criptografo*, una imagen en la que se había codificado información. Información importante por la que alguien mataría. Pero, ¿quién?
Creo que me quedaré con la duda.
*no un criptógrafo.
P.S.: ¡Reforma laboral para la casa real!
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