viernes, 18 de diciembre de 2009

Ostalgie.

Si no hay nada más triste que un japonés triste, no hay nada más melancólico que un ruso melancólico.
-Yours truly-

melancolía.

(Del lat. melancholĭa, y este del gr. μελαγχολία, bilis negra).

1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.



Estos últimos días, en Madrid, ha hecho un frío bastante agradable. Agradable porque es lo propio de la época del año, porque aborrezco el entretiempo y porque se está muy a gusto en casa y calentito en la cama (especialmente en fin de semana, cuando puedes remolonear). Sin embargo, a la vez, el cielo gris acero, el frío y la nieve me han puesto melancólico como un ruso y ayer, cuando estaba terminando el libro sobre la Guerra Fría que tenía entre manos, sentí eso que los alemanes, refiriéndose a los antiguos alemanes orientales, llaman Ostalgie, añoranza de la época en que todavía existía la Unión Soviética, en que el Primero de Mayo tenías imágenes de los desfiles por la tele.
El último capítulo del libro fue lo que trajo toda una colección de recuerdos muy fuertes. Naturalmente, trataba sobre el final de la URSS, las consecuencias de toda la apertura de la Glasnost y la Perestroika. Todo ello está ligado con mi infancia, con cómo crecí y aprendí a ver el mundo y por eso las figuras de aquella época también forman parte de mi historia personal. En casa, Reagan, quizás, entre otras cosas, por su senilidad tan obvia y su estilo de cowboy de serie B, era una imagen que me causaba desagrado desde que empecé a entender lo que contaban en los telediarios. Era una figura amenazante que hablaba de Guerra de las Galaxias y añadía inseguridad a un mundo en el que uno percibía que algo malo podía ocurrir en cualquier momento y sin previo aviso.
El hombre que interpretaba al presidente, sin embargo, quedó eclipsado por Mikhail Gorbachov. Gorbachov era el primer líder de la URSS en muchos años que tenía menos de sesenta años (más o menos veinte años menos que Reagan), tenía iniciativa, vitalidad y voluntad de reforma. Las cámaras le querían, él se dejaba querer por ellas y, además, viajaba con su mujer, Raisa Gorbachova. En casa era una especie de ídolo mediático de la política y, con su mancha tan peculiar, llamaba la atención.

Cuando uno analiza la contribución de Gorbachov a la historia, sus intenciones, sus decisiones, su papel en la distensión y en eliminar la amenaza constante de un holocausto nuclear, no queda mucho más que sentir que cómo terminó todo fue algo trágico para él a nivel personal, ser una figura clave a quien el mundo de hoy le debe tanto y que haya quedado tan apartado. Cuando me enteré de la muerte de Raisa hace unos años, se me partió el corazón, por muy melodramático que suene. Los Gorbachov, a nivel mediático por lo menos, eran símbolos de toda una época de mi vida y, al igual que luego han ido muriendo otras personas más cercanas a mi familia, han ido señalando cómo desaparecía lo que quedaba de mi infancia.
Lo más duro de todo ello fue recordar cómo ese maldito gordo borracho de Yeltsin humilló a Gorbachov después del Golpe de Agosto. Gorbachov, que creía en la gente, en darles la capacidad de mejorar la Unión Soviética y llevar adelante el ideal de una sociedad justa, fue traicionado y humillado. Le dejaron el papelón de finiquitar el experimento político y social más grande desde la Revolución Francesa. En Nochebuena hará 18 años que vivimos sin la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y, aunque nos quedan recuerdos de aquella época (qué casualidades más injustas tiene la vida), siento que me falta algo, a pesar de todo.

3 comentarios:

Centro Picasso Vilnius dijo...

Gorbachov es una figura entrañable, y al menos en Rusia se le respeta mucho y tiene una voz (que, para ser ecuánimes, usa más bien poco, la verdad).

Por cierto, en general hoy no hay sospechas sino la certeza de que nos vamos a ir a la mierda. Pero no con ninguna guerra nuclear, sino lentamente, con el dichoso clima. Creo que la gente lo sabe y se resigna.

Anónimo dijo...

Se pone usted muy en plan hombre del siglo XIX con su melancolía... Bien, mientras no acabe diciendo bobadas bajo la luz de la luna como el protagonista de L'Éducation sentimentale de Flaubert no me preocuparé demasiado. Los Reagan no me gustaban, pero cuando encontré esta foto de Nancy Reagan con Mr.T no pude evitar pensar que tan malos malísimos no eran (ay que ver el poder que tienen las imágenes)...

http://mascaviar.tumblr.com/post/66626908/retrozone-nancy-reagan-mr-t

Illuminatus dijo...

La pobre señora Reagan tendría que aguantar lo suyo. Recordemos que entre las causas de divorcio de Jane "Angela Channing" Wyman y Ronald Reagan, la primera arguyó que él tenía la mano un poco larga. Eso, en todo caso, aporta al desagrado del actorzuelo.

Lo del sentimentalismo me lo permito poco, que es un defecto pequeño-burgués y contrarrevolucionario. Además, lo de la luz de la luna, con la que está cayendo, como que no.