Hay que ser chupapollas para repartir la culpa de la crisis en la que estamos entre todos.
Hay que ser chupapollas para decir que lo que hace falta para salir de la crisis es ser más emprendedores.
Hay que ser chupapollas para argumentar que España es el país de la queja y que nadie se siente culpable como si aquí todo el mundo hubiese estado metido de la misma forma.
Hay que ser chupapollas para argumentar que lo de Sol es un gesto de exención de responsabilidad.
Pero es que, sobre todo, hay que ser chupapollas para ir dando lecciones por ahí con 23 años y ni media hostia.
Porque no todo el mundo vale para montar su propia empresa. No todo el mundo tiene las capacidades para gestionar una empresa o para crear algo novedoso con lo que abrirse un hueco en el mercado. No todo el mundo tiene los medios, los recursos o la capacidad crediticia para poder comenzar una aventura en la que no necesariamente llegará a tener un medio de vida para el futuro y que, es muy probable, fracase antes de haber salido del periodo de pérdidas que siempre sufre un nuevo negocio.
Hace falta ser chupapollas para creerse alguien sin tener la humildad ni la empatía ni la humanidad de ponerse en el lugar del otro y comprender que no todos somos (ni queremos ser) iguales.
Y si queréis saber por qué tanta rabia, ésta de aquí es la razón.
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Si a alguien le disgusta el uso despectivo de chupapollas, lo lamento. Sé que no está bien pero Al Swearangen me ha marcado mucho.
7 comentarios:
También podrías haberlo titulado "comemierda" o "El beso más negro", pero tienes razón. No quieras saber cómo tratará el niñato este a sus empleados, espero que su baza principal no haya sido precisamente esa falta de ética y de humanidad.
La verdad es que cabrea encontrarse con tipos así. Son los típicos emprendedores que si su negocio no avanza, buscan el problema en el recurso humano, y no en su propia gestión.
Pues seguro que si le va mal, cerrará el chiringuito, y lo volverá a abrir con otro nombre, no le pagará ni a dios y aqui paz y después gloria. Si es que tiene narices.
La verdad es que el chaval echa a faltar un buen par de hostias.
Sólo fíjate lo que dice de los "despedidos" de Telefónica. La mayoría serán, en realidad, prejubilaciones, muchos de los cuáles compaginarán sus pensiones pagadas por la Seguridad Social con negocios en negro.
En ese sentido el chaval lo clava con el nivelón del empresariado español: ser un bocazas sin tener ni puta idea de lo que hablas.
Ya había visto a este chaval en la tele diciendo estas chorradas, y me dio la misma impresión que a tí.
Puto niñato listillo
Qué listillo. Le ha salido bien un proyecto y ya se cree en el pedestal de poder juzgar a todos los demás. Probablemente de 100 intentos de ese negocio, 52 pueden salirle bien, porque imagino que tendrá su inteligencia aunque no razonamiento, y 48 mal. Si fuese consciente de que del mismo modo que le ha salido bien se podría haber llevado un palo enorme, sería más comedido. Además añado que en Sol no solo se queja uno de la crisis, la crisis ha sido el detonante. En fin. Si lo de chupapollas no lo decías tú, tendríamos que haber intervenido los demás.
Al boludo de 23 años, un tipo con más culo que cabeza, se le subieron los pajaritos a la azotea.
Conozco a infinidad de chantas como éste que crucé en la vida. Que un día se creían un ídolo y al otro un forro.
Cuando su bolichito se vaya al carajo no va a tener ni idea de lo que le pasó. Un típico parripollo. Aclaro que los parripollo eran unos negocios de ocasión en Buenos Aires, allá por los 90, que ofrecían pollos asados a la parrila y que proliferaron descontroladamente (había miles), hasta que se hartaron de esa dieta los clientes y todos los negocios colapsaron en poco tiempo. Son modas.
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