lunes, 21 de junio de 2010

Un Encuentro Inesperado.

En el que el autor conoce nuevos amigos y fantasmas de asuntos sin resolver de su pasado se presentan a través de un viejo amigo.

"The Texan turned out to be good-natured, generous and likeable. In three days no one could stand him."
-Catch 22. Joseph Heller-

La semana pasada, como poco, fue interesante. Uno o dos fines de semana antes, una bloguera, Ñita, con la que entablé amistad hace ya un año o dos, con ese mutuo reconocimiento y seguimiento de las entradas de cada uno que a veces se vuelve un poco masturbatorio y que, aunque sólo sea por mantener la pose de hermitaño medio amargado sin la que ningún bloguero de criterio puede sobrevivir, tengo que denunciar como un tanto ñoño.

Habíamos perdido el contacto allá por Diciembre del 2008, cuando perdí mi disco duro (¡y toneladas de porno duramente bajado! ¡malditos coreanos de Samsung!) y, en la debacle, practicamente mi identidad electrónica. Como después vino lo de mi estupenda estancia en el inframundo investigador, mis prioridades eran más lamerme las heridas y buscarme la vida que socializar. Para mi vergüenza, fue ella la que dio conmigo hace poco a través de mi artículo en Viruete.com (¿A qué esperáis? Es ingenioso. ¡Leedlo!) y como ella es también aficionada (¡Ja! ¡Su colección duplica la mía y suma 20 juegos más!) propuso que recuperásemos el contacto y echaramos partidillas de cuando en cuando.

Ha sido de lo más inesperado pero agradable. A veces, con esto de crecer y madurar tengo más la sensación de que los motivos o las oportunidades para perder amigos son más que para hacerlos y el conocer a gente maja con la que llevarse bien y divertirse. Los gustos cambian, te das cuenta de que ciertas personas también cambian o de que no eran como tú creías en su momento. Es mucho más fácil de lo que parece distanciarse de personas a las que tienes afecto y más de una vez no tiene porqué ser algo tan categórico como quedarte de piedra al ver que unas personas a las que considerabas razonablemente inteligentes y maduras siguen creyéndose hoy, a estas alturas de la película, que Saddam tenía armas de destrucción masiva y que la invasión de Irak ha sido positiva para el Oriente próximo.

De momento parece que podemos tener cierta regularidad en las partidas y el Agricola va a ser una estrella de la temporada. Una sorpresa agradable.

"By the pricking of my thumbs
Something wicked this way comes."
-Macbeth. W. Shakespeare-

Pero también me llevé una sorpresa más bien desagradable el jueves. A nivel existencial fue como una emboscada, una mina, un coche bomba... Además, por fuego amigo. Y lo peor es que fue por culpa mía.

Mi amigo Al me introdujo en una cadena de e-mails de una obra de teatro a la que iban a apuntarse su novia y él en la que también estaba incluida otra persona, una antigua amiga común con la que no he tenido contacto desde hace ya nueve años y con la que perdí el contacto de forma poco agradable (a bit of an understatement).

No fue mi mejor momento.

El jueves, estaba demasiado cansado para hacerle caso pero el viernes me lo pasé rumiando la situación hasta que hablé con mi amigo para sacar más información. No quería comprometerme a nada sin saber si iba a estar y tener una situación en la que iba a haber un elefante del tamaño del Titanic en la habitación, por mucho que tirase de toda la hipocresía social que he adquirido desde entonces. Por suerte no soy dado a la acidez de estómago psicosomática pero si pensaba mucho en ello podía caminar por las paredes.

Al final, la situación se desarmó por sí sola porque ni ella iba a ir ni yo pude (además, pensaba que era al día siguiente, así que sufrí la oleada de pánico inútilmente). Sin embargo, la reacción me dejó claro que una situación trivial que podía haber sucedido antes o después había desenterrado un asunto de mi pasado que no había atendido porque, simplemente, había salido de mi esfera de realidad. El sentimiento de culpabilidad por haberme comportado en su momento como un gilipollas no desapareció, sólo quedó tapado por el polvo del tiempo y la distancia sin que ni siquiera discutiese el asunto con Al, que no deja de ser de mis mejores amigos y que, sin saberlo, me estaba amargando el día.

"Los demás son algo así como testigos. Si no existieran, nunca conoceríamos la vergüenza."
-Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo. Haruki Murakami-

La cuestión es que, después de todo este tiempo (si me pongo a pensar que es casi una tercera parte de mi vida me salta el esmalte de las muelas...) y sin contacto el uno con el otro, el habernos encontrado en un acto casual habría sido incómodo pero no necesariamente un desastre ni nada que tuviese consecuencias más allá de unas dos o tres horas de silencios incómodos, devíos de conversación, grupos de conversación separados o cosas así. En realidad, el problema no está en lo que piense ella de mí, en los reproches que pudiera hacerme o lo que sea. El problema es lo que yo pienso de mí mismo a partir de mis acciones de entonces y no haber hecho lo correcto (por orgullo, por estupidez, por terquedad) para corregirlo.

Puede que el resultado hubiese sido el mismo por dejadez, en vez de algo súbito, pero si uno sabe que no actuó de forma correcta y no puede respetarse a sí mismo por eso mismo, entonces poco importa tener a los demás. Es más bien egoista, porque así mis disculpas tienen la finalidad de aliviar mi propia conciencia, no tanto de reparar el daño hecho, pero se trata de hacer lo que uno debe hacer. Y mi conciencia es un rato hija de puta.

2 comentarios:

Ñita dijo...

Eh, que anda que no eran buenos los viejos tiempos de flamewars en los comentarios :P... (un botón de muestra: http://deadchannel.blogsome.com/2006/10/30/los-cientificos/)
El gusto es nuestro de tenerte por aquí, entre vaquitas, cenagales y fábricas de algodón :)

Illuminatus dijo...

¿Tanto hace de aquello? Jo, me hago viejo sin darme cuenta. Ahora, la voluntad litigante no ha decaído.