miércoles, 26 de agosto de 2009

On the Emmerald Island + Extra.

He pasado una semana de vacaciones en Irlanda, en Dublín, con mi sobrino, que trabaja allí y he vuelto con mucho mejor ánimo y un buen botín (¡ARRRRRRRRR!).

Mi Botín, sección libros. Encima, los cómics. A la izquierda, los libros de género negro. A la Derecha abajo, los de ciencia-ficción; y a la derecha arriba, los de humor.

Dublín en verano viene a ser como una ciudad del norte de España, sólo que con algo más de viento. La verdad es que la mayor parte del tiempo parece que verano sea una palabra que se les quede grande. Hay días soleados en los que el sol hasta calienta pero poco más. La humedad hace que esos días se hagan incluso desagradables y la lluvia... bueno, no alcanza a ser lluvia de verdad y, además, cae de lado, lo que hace los paraguas inútiles.
Como ciudad turística Dublín me causa sensaciones un poco encontradas. Monumentalmente posee dos estilos fundamentales: neoclásico a la inglesa y gótico irlandés. El primer estilo es lo que todo el neoclásico a la inglesa, una interpretación seca e ignorante de los estilos clásicos grecorromanos que hace que todos los edificios parezcan bancos (cuando los británicos descubrieron, allá por el siglo XVIII los edificios greco-latinos no vieron que originalmente tenían policromías, así que ni se les pasó por la cabeza decorar con un poco de pintura los frisos y otros elementos). No dejan de ser impresionantes, armoniosos y elegantes (como el Banco de Irlanda, el Ayuntamiento, la Casa de Correos, las Aduanas (Customs House), el Trinity College o unas cuantas de las iglesias que hay por allí) pero viniendo de Madrid, el neoclásico no impresiona.
El Gótico irlandés, por su parte, tampoco me acabó de gustar. Son, sobre todo, iglesias, como la catedral de San Patricio o Christchurch, y son estilizadas y se elevan con gracia sobre el suelo pero también resulta un estilo duro. Casi todos los edificios del estilo que he visto estaban levantados en una roca gris, supongo que de origen granítico, y en sus torres parecen combinar el torreón clásico hiberno-británico (con almenas, o un almenado, en los remates y todo) y el pico gótico por encima (mirad esta foto de San Patricio, en la que se aprecia lo que digo). Interiormente, como todo gótico, resulta espacioso y elevado, lo idóneo para alzar el alma hacia los cielos y todo eso. Sería injusto comparar el lugar con Florencia pero, en ese aspecto, también me ha resultado poca cosa.
En lo que no hay discusión es que Dublín es una ciudad con unos parques realmente impresionantes. Desde el pequeño (no tanto) que se halla junto a la catedral al enorme Phoenix Park, no tan grande como la Casa de Campo de Madrid pero suficientemente grande como para albergar poblaciones de cérvidos, pasando por el parque de St. Stephen's Green. Los parques son un elemento de la vida cotidiana de Dublín y realmente se aprecia un cuidado tremendo en ellos.
El resto del estilo urbano de la ciudad es... bueno, muy inglés. Se aprecia la ocupación y la influencia cultural sobre ellos: desde las casas pareadas hasta los trazados de las calles, pasando por la televisión, en la que sólo hay tres canales nacionales y el resto son británicos (el imperio Sky, Virgin, Comedy Central y otras cosas por el estilo). Lo del trazado de las calles, por cierto, es una puta mierda, ya que, por ejemplo, en Madrid, aunque el casco histórico sea revuelto, al menos sigue líneas rectas y es relativamente fácil orientarse, pero en Dublín las calles en curva hacen que dos calles cruzadas puedan terminar en extremos de un arco distantes doscientos o trescientos metros entre sí. Una pesadilla.

Una de las cosas de Dublín que llamará la atención al visitantes es que hay gente de todas partes allí. Pakistaníes en los mercadillos de 24 horas, chinos en las cocinas y empleos en los que no se les ve en España, polacos a puntapala (como taxistas, por ejemplo), algunos rumanos, franceses, españoles, italianos, malayos, caribeños de diferente pelaje... La composición de la población es bastante variopinta y cosmopolita pero la palma se la llevan los polacos, que han llegado a provocar debates parlamentarios sobre la adopción del polaco como tercera lengua oficial en el país.

Un artista caribeño o así. Hermes Conrad, muérete de envídia.
Por cierto, actúa los fines de semana en la esquina
de Grafton Street que da a St. Stephen's Green.

La gente tiene modales (si te bloquean el paso en la calle o en una tienda se escucha un "excuse me", normalmente) y el ambiente es agradable. Salvo cuando van pedo. En mi primera noche allí, unos tipos se cargaron la luna de un coche. Lo que tiene que haya una tienda de licores al lado de la casa de mi sobrino.
Lo que si resulta un contraste fuerte con Madrid es la cantidad de yonquis, su estado y su edad. Por la zona en que vivo en Madrid estoy acostumbrado a ver yonquis alguna vez, no es difícil en el centro de Madrid, pero los de Dublín llaman la atención por su juventud y que, por lo menos la mayoría de los que he visto, no tienen el aspecto de yonqui acabado que tienen por aquí. Eso quizás lo haga hasta más dramático, ya que es ofrece una imagen pero de vida desperdiciada al ser gente que podrían salir adelante en vez de mendigar por la calle. Mi sobrino, además, me comentó que esto era un efecto secundario de la relación tradicional de los locales con el alcohol. Su costumbre de tajarse hasta niveles atroces hace que se atrevan con más facilidad a darle a cosas más duras.
La novia de mi sobrino, por otra parte, me contó que había alguna cosa peor. Ella estuvo trabajando el año pasado en uno de los McDonalds de Dublín, el de O'Connell street, creo. Allí tuvo oportunidad de ver cosas peores que los yonquis: los niños. Con los índices de alcoholismo y drogadicción y que allí, si preñas a una, te casas con ella, los niños de los peores hogares son pequeños sociópatas. Son chavales que con 10 u 11 años no tienen redaños en liarse a tortas con los seguratas de los sitios y a los que pasar una noche en el calabozo no les asusta. Son pequeños salvajes que dan miedo (y, por lo que ví desde la terraza de mi sobrino, lo confirmo).

A los irlandeses, por otra parte, se les nota su orgullo por su cultura y su pasado. Las estatuas a los escritores celebres (Joyce, Wilde, Beckett...) son fáciles de ver y lo aprovechan como excusa turística a la primera de cambio. Es lícito.
Su National Gallery, por cierto, tiene una colección bastante decente. Os lo recomiendo como visita, aunque sea sólo porque es gratis y sirve para echar el día (hay urnas para donar pasta pero allá cada uno. Yo creo que el Caravaggio de el prendimiento de Cristo ya merece un par de eurillos). El Museo Nacional, sección Arqueología e Historia, también es una visita bastante interesante, sobre todo por la colección de oro y los restos vikingos (cuando uno ve cómo vivían, se alegra cada vez más de pertenecer al Mundo Romano).

Como conclusión me gustaría decir que Dublín es un sitio bastante agradable (salvo por el clima) y para pasar unas vacaciones es bastante recomendable, sobre todo por las posibles excursiones en cercanías a Dun Loireagh y otros sitios de la costa (si Madrid tuviese la costa de Dublín a 20 minutos...). Es ideal para tomarse las cosas con calma y descansar, apreciar el ambiente británico sin tener que tratar con los ingleses (en Cork todavía se les puede disparar con un arco a partir de las siete de la tarde, por cierto) y no pasar calor. Eso si, lo de comer está un poco encarecido.

Haciéndome el profundo en Dublín. De esto a ver la última de Coixet, un paso.
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Respondiendo a los comentarios sobre la entrada anterior, por cierto:

Min: hacer la pasta en casa mejora la receta bastante, aunque se tarda más, por el sabor más intenso.

Akatsuko: se puede rebajar la cantidad de chile pero entonces perdería gracia, para mi gusto. De todas formas, en eso no veo problemas.

Bichejo: la gracia está en usar brócoli pero, si te atreves, puedes probar a emplear otra verdura. Quizás con judías verdes o con judías de soja. De todas formas, la verduras son tus amigas, así que no me seas tiquismiquis.

4 comentarios:

B dijo...

Aquí la tiquismiquis de las verduras, comentando que después de leerte, me apunto Dublín como destino pendiente, aunque trataré de alejarme de los individuos más problemáticos...

Anónimo dijo...

Me he permitido el lujo de recomendarte como uno de mis cinco del día del blog, aunque aún no he terminado esta entrada :$ :*

AkaTsuko dijo...

Se nota que el ánimo ha mejorado tras el viaje.

Espero que Viru se acuerde de transmitirte mi saludo, una pena no habernos encontrado en La Monstrua que organizaron los de La Parada.

Ya queda poco para volver a la vida de alquiler de piso universitario, haré lo que pueda para poner en práctica lo aquí aprendido con la pasta, aunque si me sale muy mal no pienso enviar fotos.

Un saludo.

Biónica dijo...

Um!! Había entrada gastronómica... la revisaré ya xD. Que estas cosas nunca vienen mal.

Y por Dublín , casualmente antes de que acabe el año iré de visita por allí, así que como guía la he leído con doble interés. Me ha gustado mucho :)