El miércoles de la semana pasada tuve el gusto de compartir mesa a la cena con Be y con Somófrates, bloggers extraordinares y encantadoras personas. Nos decidimos por un ruso que ni Be ni yo habíamos probado antes pero al que le teníamos ganas tanto por estética como por opciones de carta (aunque en mi caso era el Vodka lo que tenía en mente, por aquello de que no había sido de las mejores semanas que he tenido en el laboratorio).
La velada empezó con una acusación (muy justificada) de Somo respecto a mi (casi) constante negatividad en mi twitter, pero tengo que defenderme argumentando que es mi válvula de escape para no quejarme continuamente en el labo del millón de pequeñas mierdas y trabas que a la larga acaban por joderte el día al impedir que puedas organizar las cosas de una forma ni siquiera fluida. También, creo yo, aunque eso lo he ido rumiando desde entonces, tiene que ver mi implicación con mi trabajo, un defecto bastante gordo, eso de sentir responsabilidad hacia lo que uno hace para ganarse la nómina y eso, no me cabe duda.
Cuando llegó Be, secuestrada vilmente por su trabajo en el Mal, nos pusimos a charlar animadamente, con las bebidas: Bloody Mary para Be ("A esto le han echado el zumo de tomate justo para que tenga color.") y Gimlet para mí y para Somo ("Esto huele a Nenuco."), que se fió de mi criterio (insensato...).
Gráfico demostrativo de las condiciones iniciales (si, lo de Be es una camiseta de Green Lantern, así es de guay ella, que trabaja para el Mal y le dejan llevarlas; yo llevo gafas y el ceño marcado, cosas de la miopía; las copas son el Bloody Mary de la muerte, apréciese la ramita de apio, y los Gimlet de Chanel nº5). Visión del autor (si, no valgo para dibujar, así que ahorráoslo).
Dejando de lado mis gilichorradas del laboratorio, sin mayor interés, se nos fue la noche en conversación sobre cine soviético (por el lugar y como recomendación para forjar el espíritu les referí a Stalker y, sobre todo, Solaris, que dejó alucinando a Somo cuando le conté lo del plano secuencia de coche rodado en las autopistas de Tokio para justificar gastos), el atuendo de dominatrix (sic) de Be en el trabajo y la anécdota del Pollito de California de Somo (o cómo el Gran Electricista descubrió que en Europa el cable marrón es el de tierra).
Adentrados en la velada y ligeramente perjudicados (aparentemente, Be hizo malabares con los pechos mientras Somo sufría de ergotismo o fuego de San Juan por el pan de centeno y a mí me eran revelados los Misterios de Eleusis). Visión del autor (Nota: el autor no está demasiado seguro de que sea un visión fidedigna).
Adentrados en la noche y degustando los blinis con fruición (surgió por ahí mi explicación sobre el Ergotismo, el cornezuelo del centeno, el LSD, los Misterios de Eleusis y los medicamentos contra las migrañas; por cierto, chicos, recordadme que otro día os cuente sobre el programa MK Ultra, Sandoz, Eli Lilly, la CIA y su programa de Control Mental), escuchamos alguna cosa de los vecinos del otro lado del salon (que parecían formar un grupo de profesionales liberales de esos; o séa, artistas o gente dedicada a esas cosas). Más o menos fue entonces cuando tuvo lugar uno de los momentos álgidos, el comentario de una de las chicas que vino a ser (registrado hábilmente sobre el papel):
"Ladran luego cabalgamos. Tiene que ver con la caza del zorro. O sea, cuando la gente se montaba para ir a cazar al zorro, los perros salían ladrando y de ahí viene."
En ese momento, claro, Be, Somo y yo nos miramos porque sabíamos que eran nuestro deber registrarlo. Debe de ser, sin ninguna duda, la chorrada más gorda que he escuchado en toda la semana y en el mes y aún en lo que llevamos de año, por lo menos en vivo. Por cierto, para los que no lo sepáis, es una cita apócrifa de el Quijote, así que la chica no sabe ni el origen popular, aunque incorrecto (obviamente, el poema de Goethe no tiene nada que ver).
De todos modos, una de las mejores de la noche vino por parte del que escribe hacia el final de la cena, con los postres y la discusión de cómo el panorama de la soltería adelgaza para desventaja de dos casaderos de tanto encanto y recursos como Somo y yo.
Somófrates: Están empezando a parir todas.
Illuminatus: Es muy fácil: mata a las crías.
Creo que, esencialmente, ese fue el remate de una de las mejores experiencias de año por la que sólo puedo estarles agradecidos a ambos dos comensales y esperar que se repita pronto prontito (porque, por mucho que me queje, estas son las cosas que hacen que merezca la pena vivir la vida). Ah, y quiero invitarles a que dejen por aquí sus propias observaciones, por aquello de que la memoria es parcial (y yo tengo una laguna entre las 19:30 del viernes pasado y las 2:00 del sábado que se expande hacia ambos lados, temporalmente hablando; bendito Gimlet).