-Planes: ¿os acordáis de la carpeta azul de Aznar? (carpeta azul que aún me imagino como la típica de cartulina de los jubilados). En el momento en que llegase al puesto, llegaría con un archivador bajo el brazo lleno de planes de contingencia. No hablo sólo de los planes de desarrollo de una plataforma política, propiamente, no; hablo de planes para cubrir eventualidades de las gordas y que, en la mayoría de los casos dejarían lo de los controladores como una fría y aburrida tarde de domingo en invierno.
-Misantropía: uno de los mayores fallos de la mayoría de corrientes políticas tal cual planteadas es que parte de conceptos erróneos tales como que las personas son buenas por naturaleza o que las personas son racionales. No es mi caso: creo que la mayoría de las personas son estúpidas, mezquinas y egoístas y que lo contrario es sólo prueba de que algunas se esfuerzan por superarlo. Eso hace que sienta un cierto desprecio por la gente, sobre todo en sentido de masa, que es cuando la estupidez alcanza sus mayores cotas (y si no véase lo de "el pueblo contra Vigalondo" del último fin de semana) y muy probablemente actuaría de forma especialmente manipuladora, despiadada e incluso autocrática.
Claro, ni os queráis imaginar lo que podría ser uno de mis Lunes (mayúsculas justificadas) para el país.
-Paranoia: lo he reconocido muchas veces antes y lo haré muchas otras; una de las características de mi personalidad es que me cuesta confiar en los demás y considero que todo el mundo que me rodea es una amenaza potencial en mayor o menor grado. Si juntamos eso con lo de los planes que indicaba más arriba, lo más probable es que en el conjunto de mis planes de contigencia viniesen incluidos varios para anticiparme a los enemigos internos y externos. Imaginad la Operación Valkiria pero con un grado superior de contundencia y medidas para evitar contraordenes. Lo más probable es que, en algún momento, la cosa resultase en un(as cuantas) purga(s) y/o algun conflicto diplomático peliagudo si no alguna guerra directamente.
-Deberes Cívicos: creo que el ciudadano debe ser ciudadano y lo mismo que recibe unos derechos debe cumplir unos deberes. Lo más evidente es lo de los impuestos, algo que aquí se lleva mal y parece que el que pague lo que debe es tonto. Las consecuencias para los defraudadores serían draconianas. Igualmente, creo que la participación ciudadana en la legislación y en la gestión del país debe ser un deber y que debe empezar por lo más cercano: los ciudadanos deben implicarse en cómo se gobiernan sus vecindades y responsabilizarse de ello. Así que sería obligatorio. Una democracia sin ciudadanía es una mierda.
-Tierra Quemada: no creo en dejar a mis adversarios terreno. No creo en negociar con extorsionistas, chantajistas ni terroristas. No creo en ceder ante gente que emplea la amenaza de la fuerza. No dejaría a mi enemigo nada que le aprovechase y buscaría cualquier medio para asegurarme de que cualquier cosa que pudiese obtener, a medio plazo, estuviese envenenada. Una pena de todos los que arrastrase conmigo...
Y de momento esas son las que se me ocurren pero a lo mejor no soy tan malo: prohibiría la música latina (esa invención inidentificable y ficticia de los Stefan y su claque de Miami, no la música con denominación de origen). Juzgad vosotros.