-Dom Hélder Câmara-
El viernes pasado falleció Marcelino Camacho. Hoy sábado, cuando estoy escribiendo estas palabras, vi por la tarde en CNN+ el informe de los actos de homenaje después de que el cuerpo abandonase la capilla ardiente en la sede de Comisiones Obreras y me llenó de tristeza. Intenté contener las lágrimas pero no pude. Marcelino ya estaba mayor y enfermo pero no por esperar algo inevitable duele menos.
Le conocí en persona hace ya trece o catorce años, en una cena de homenaje que le dio el partido. Ya se le notaba la edad pero aún tenía un vigor especial que notabas cuando le mirabas a los ojos. Su trayectoria vital queda para las biografías pero su dimensión humana sólo se puede abarcar hablando con los que le conocieron y escuchándole a él. Siento que algo dentro de mí se parte en dos cada vez que veo el vídeo, cada vez que le escucho hablar de Justicia Social, de Libertad y de Igualdad (porque cuando esas palabras salían de su boca salían con mayúscula) y pensando que ya no tendremos ese referente.
En estos días, cuando estamos a vueltas con la crisis económica, el paro, la reforma laboral y todos esos productos de la codicia y la estupidez de los grandes manipuladores económicos, pagando la factura de la ambición desmesurada de unos cuantos, duele especialmente más la pérdida de alguien que llevaba dentro los principios, y aún virtudes, opuestas a todo lo que nos ha traído hasta esta depresión económica (porque es lo que es, al fin y al cabo, no ya por sus efectos sobre la economía doméstica de millones de familias sino por las consecuencias a nivel psicológico). Duele perder a alguien que, siendo un hombre corriente en circunstancias extraordinarias, tuvo el valor de elegir su lucha y se convirtió en un ejemplo.
Se nos ha ido un símbolo que nunca pidió serlo. Mucho han de cambiar las cosas para que alguien llegue a dar su talla: "Si uno cae, sevuelve a levantar y sigue adelante." Ave atque vale.