martes, 22 de marzo de 2011

La Atlantida.

Hace un par de semanas, aparecía en el National Geographic unas indicaciones de que la Atlántida se encontraba bajo las marismas de Doñana. Sobre este tema estuve discutiendo por twitter con el Paleofreak, ya que, según argumentaba él, no todas las leyendas tienen que tener base real y el de la Atlántida sería un caso de este tipo.
La Atlántida es uno de mis hobbies del universo magufo, aunque sinceramente no crea en todas las versiones comeflores del asunto, sobre todo porque vienen a ser el mismo cuento romántico de una especie de Paraiso del que fuimos expulsados, es decir, una especie de versión del Paraiso Perdido para paganos y gente no cristiana que no deja de ser reaccionaria en lo que se refiere a la naturaleza humana (en el sentido de considerar que nos encontramos en decadencia respecto a un pasado mítico; algo íntimamente religioso).

Independientemente de que la Atlántida haya dado para un montón de ficción, buena y mala (e incluso excelente y que debería haber sido empleada como guión en vez de cagarla miserablemente), creo que existen motivos para creer que, a pesar de ser una invención de tío Platón para propagar su agenda filosófica mediante ejemplos, de lo que se trata es de una construcción muy bien montada que apela a nuestra imaginación a partir de eventos, fenómenos y hechos que, por otra parte, si tenían una base real.
Mi hipótesis, construida con trozos de diversas proveniencias y argumentos de otros une lo siguiente:
-Tartessos, la civilización del sur de la peninsula Ibérica en la localización indicada por estos arquólogos, más o menos, y que tuvo su auge y esplendor en época minoica, cuando el cobre y el estaño, metales necesarios para forjar el bronce, les convirtió en la primera potencia económica del Mediterráneo occidental. La popularización de la tecnología del forjado del hierro, gracias a los hititas, conllevó el ocaso económico de los Tartessos y su desaparición en las tinieblas de la historia más o menos por la misma época que la Edad Oscura de la Grecia preclásica. Esto nos aporta una civilización más allá de las Columnas de Herakles que disponía de ricos recursos económicos basados en el estaño y el cobre (aunque no el Oricalco).

-La Erupción de Thera o erupción minoica, que devastó de forma brutal la isla de Thera o Santorini y trajo severas consecuencias de cambio climático a los Cretenses, la primera potencia comercial marítima del mundo minoico y del Mediterráneo oriental, y se especula con que también tuvo efectos en el Egipto faraónico. Algunos investigadores alemanes, según vi en unos documentales que emitieron en la 2 en Septiembre del año pasado, más o menos, relacionaban las plagas de la Biblia con las consecuencias de los cambios climáticos locales resultantes de la erupción volcánica. Al coincidir con un periodo de falta de registros en Egipto (el 2º Periodo Intermedio, relacionado con la invasión de los Hicsos, un pueblo de la península del Sinaí y Oriente Próximo que podría estar en el origen de los judíos, en términos científicos, no bíblicos), la cosa es un poco difícil de dilucidar pero aparte de tentador, parece consistente. En cualquier caso, nos aporta un desastre realmente catastrófico.
-Creta, la mayor potencia marítima del Mediterráneo oriental, la dueña y señora del comercio por mar (el único que realmente contaba) entre los pueblos del Oriente Próximo, Egipto y la Grecia aquea. Su flota, numerosa y bien preparada, la mantenía a salvo de los incursores de la Grecia continental pero, según se argumenta, la destrucción causada por la explosión de Thera causaría tal catástrofe sobre la agricultura que la migración de sus gentes y las consecuencias de los desastres (incendios, inundaciones, movimientos sísmicos, tsunamis, etc.) dejarían la puerta abierta a que los griegos micénicos saqueasen la isla a placer.
Las alturas culturales de la cultura minoica, entre las que se encuentra el palacio de Knossos, nos proporcionan el elemento de la civilización gloriosa de orígenes míticos (como los del propio rey Minos) y un palacio laberíntico que no sólo remite el laberinto del minotauro, sino a la construcción laberíntica de la ciudad capital de la Atlántida.

- Los Pueblos del Mar: coincidiendo en una amplia franja temporal con la caída de Creta y la Edad Oscura de los griegos, estaban los pueblos del mar, incursores y saqueadores que se movieron por toda la cuenca oriental del Mare Nostrum. Sin adentrarnos en las causas de la aparición de estas gentes y lo que estaba ocurriendo en las civilizaciones de la Edad del Bronce, lo que nos da es un sustrato de población móvil exiliados de sus culturas originales y que, efectivamente, habían visto tiempos mejores.

Si introducimos estos elementos en la coctelera platónica, es obvio que nos queda una buena combinación que tiene la elegancia de adaptarse a la descripción original sin recurrir a magufadas de marcianos ni poderes espirituales, sino simplemente dado un sentido a elementos dispersos tal como pudieron ser reinterpretados por el discípulo de Sócrates.
Y es que hay que atender sobre todo a una cuestión fundamental a la hora de tratar el tema de la Atlántida, que es que la fuente más temprana que hace referencia a ella es el propio Platón en dos de sus diálogos, el Tímeo y el Crítias. No hay referencias previas, todas son a partir de él. Como poco, sugiere que Platón ejerció de literato para inventar un escenario sobre el que proyectar sus argumentos filosóficos a la manera en que los fabulistas escribieron después sus fábulas moralizantes y ejemplificantes, sólo que nadie se dio cuenta de que Platón estaba inventando porque, para empezar, era Platón y porque además, existía un sustrato cultural previo mítico-oral del que salieron las piezas que Platón empleó para construir su historia y, por tanto, las cosas sonaban a ya sabidas.
Es probable que "mi" argumento rasgue un poco por las costuras de lo que sería un análisis histórico serio pero su elegancia formal me parece bastante buena y, por lo menos, si non è vero, è ben trovato.

lunes, 14 de marzo de 2011

Nucelar.

"Facts, sir, are stubborn things."
-John Adams, 2º Presidente de los EEUU de América.-

A estas alturas no creo que sea necesario extenderse mucho sobre lo que ha ocurrido en Japón. Un desastre natural terrible que podría haber sido mucho pero si no fuera por la legislación sobre construcción resistente a seísmos que tienen en el país (algo bastante impresionante dado que allí, como sus análogos italianos, es una de las fuentes de negocio del crimen organizado en su forma de Yakuza). Pero quisiera limpiar un par de cosas de por medio antes de ir a lo que me interesa esta vez.
-1º. Me ha repateado la oleada de "solidaridad" con Japón que ha cundido en twitter, algo que me traía a la cabeza lo de las manos pintadas de blanco con lo de ETA de hace años. El estilo sobre la substancia, la apariencia sobre las acciones. La expresión apropiada es "brindis al sol."
-2º. El otro "sabor" de retraso mental ha sido el que habla de gilipolleces a lo "castigo divino", etc. A ver, nadie se merece un desastre natural. Un desastre natural es, sencillamente, un fenómeno que ocurre tal cual. Naturalmente, lo mismo que nadie se merece que le llueva encima o que el viento le sople de cara. Pero la variedad común de gilipollas tiene un porcentaje alto de probabilidad de estar asociado a la metafísica religiosa, para qué engañarnos...

Ahora a lo que iba: además de las bajas directas, el terremoto y posterior tsunami del viernes causó un incidente muy serio en una de las centrales nucleares de Japón, la Fukushima Daiichi. Uno de sus reactores, el número 1, perdió el sistema de refrigeración, lo que obligó a aliviar la presión del reactor, con consecuente salida de hidrógeno y posterior deflagración de éste en el interior de la cubierta que aloja la vasija de contención del mismo. En este punto es cuando hubieron de inundar el reactor con agua de mar mezclada con ácido bórico (para absorber los neutrones, no por implicación de la ETA, a pesar de lo que le gustaría un titular así a Pedro J. Ramírez). Más o menos en ese punto estaban cuando el proceso se repitió con el reactor número 3. En otra planta, otro reactor también perdió el sistema de refrigeración.
A estas alturas la situación parece ser de tranquilidad y el peligro haber pasado (aunque leo a Kirai que el reactor 2 parece haber seguido la misma pauta) pero, obviamente, la tostada es de importancia, aunque obviemos la expulsión de vapor radiactivo al exterior, necesario para que la situación del reactor no empeore. Plantea serias dudas sobre la seguridad de la energía nuclear.

Pero antes de que se me diga que si es segura, que si circunstancias excepcionales (argumento muy válido), que si no puede ocurrir otro chernobil, que si vasija de contención de acero de nosecuántos metros de espesor, a lo que me refiero no es a las cuestiones de seguridad técnica o tecnológica sino a su implementación y manejo. Y aquí es donde las cuestiones de seguridad adquieren la consistencia de unas natillas.
Para empezar, el diseño del sistema de refrigeración dependía de sistemas que requerían de alimentación de energía eléctrica, con lo que al fallar ésta, la temperatura y la presión del núcleo no tenían limitación. El recurso a la inundación con agua de mar ha sido la solución de emergencia para compensar un fallo de diseño elemental; además, el reactor ha quedado inutilizado por completo al recurrir a este método, por no hablar de lo que supondrá drenar esos miles y miles de litros de agua contaminada. Como si no fuese suficiente con disponer de forma razonablemente segura de los residuos de fisión de alta actividad...
El emplazamiento de la central nuclear propiamente dicha. Esto no debería necesitar explicación, por lo menos en una zona con actividad sísmica como Japón. Si la palabra tsunami la inventaron ellos, ¡por todos los dioses! ¿A quién se le ocurrió? ¿Quién autorizó el emplazamiento?
La propia compañía que gestiona la planta alberga un pasado bastante oscuro.

Habida cuenta de que en España disponemos de un historial propio de gestión negligente de las plantas productoras de energía nuclear, en más de un caso, los problemas de la energía nuclear vuelven a revolver sobre tres puntos fundamentales: incompetencia, corrupción y errores humanos. Puede que la energía nuclear pueda ser gestionada de forma segura pero lo que está claro es que, al igual que en el caso de la seguridad contra el terrorismo, tiene que funcionar el 100% de las veces, porque en el momento en que haya un fallo, las consecuencias son de dimensiones (temporales y humanas) enormes.
Sinceramente, no creo que la gestión y manejo de unas instalaciones tan sensibles deba estar en manos privadas por los motivos indicados previamente. Es algo demasiado sensible como para formar parte de los recursos de una compañía que, en nombre del beneficio, podría hacer recortes y arreglos cuando le conviniese sin tener demasiados escrúpulos en lo que respecta a la seguridad pública, porque, después de todo, ya hemos observado ejemplos significativos de la imprudencia de su conducta en este mundo, el mundo real, no en el de las buenas intenciones y los eslóganes corporativos. Los hechos, señores, son cosas muy tercas.

lunes, 7 de marzo de 2011

TANSTAAFL

Con ocasión del Carnaval de Biología II edición, me he decidido a hacer una entradilla de interés general sobre un tema que me resulta de interés desde que surgió en el máster el año pasado.

Las siglas que titulan esta entrada de hoy tienen un origen incierto pero que se establece hacia los años 30 o 40 y que indican lo siguiente "There Ain't No Such Thing As A Free Lunch", más o menos "No Existen Los Almuerzos Gratis". Este principio viene a indicar que cualquier producto o servicio aparentemente gratuito ofrecido por alguien es sólo un método para obtener un retorno de beneficios para esa misma persona en un punto posterior en el tiempo. Eso quiere decir que, para la persona que obtiene el producto o servicio, su gratuidad no es auténtica sino que, probablemente, invierta en el que se lo ha ofrecido mucho más, a largo plazo, que si hubiese tenido que pagar por ello desde el momento original. En resumidas cuentas: para obtener algo, tenemos que entregar algo a cambio.

Esto, que es un simple principio de Coste de Oportunidad en economía, en biología tiene ejemplos muy claros en prácticamente todos los niveles: la Evolución de la vida sobre la Tierra es una historia constante de opciones excluyentes por las que unos caminos adaptativos quedaron cerrados para ciertos organismos para siempre porque, simplemente, las vías en las que quedaron fijados resultaron ser otras, que en el fondo no resultaron necesariamente mejores ni peores sino, simplemente, suficientes para sobrevivir.

Ahora bien, el área en el que estas relaciones coste/beneficio se hacen más obvias para cualquiera, sobre todo en nuestra vida diaria, es en el de los tratamientos farmacológicos. Todo tratamiento mediante xenobióticos (es decir, productos ajenos al organismo) presenta efectos secundarios derivados de las interacciones no intencionadas del compuesto con la fisiología del individuo. Esto es así ya que, salvo casos muy atípicos y excepcionales, las estructuras moleculares no son completamente específicas y los patrones estructurales de las dianas biológicas se repiten por homología o analogía (en parte por evolución y herencia, en parte por economía energética: la evolución suele llegar a soluciones parecidas en organismos muy lejanos por una cuestión de que las estructuras atómicas siguen leyes concretas respecto a cargas eléctricas, polaridad, etc.).
Por emplear una metáfora burda pero obvia, si una molécula es la llave para abrir la cerradura de una diana (enzimática, por ejemplo) clave en una enfermedad, trastorno o patología, las llaves siempre tendrán caracteres suficientemente comunes que harán que puedan encajar en más de una cerradura siempre que ésta comparta detalles comunes (por seguir la metáfora: el número de "dientes" de la cerradura, la profundidad de éstos, etc.).

Normalmente, la mayoría de los efectos secundarios suele aparecer cláramente en los ensayos clínicos de fase 3 (aquellos realizados con voluntarios humanos) pero de cuando en cuando se identifican productos en los que, súbitamente, aparecen efectos no indicados en los prospectos al ser comercializados y disponer de todas las autorizaciones, como fue el caso del Lipobay de Bayer, una estatina que presentaba serios efectos adversos. ¿Por qué ocurre esto? Nuevamente, TANSTAAFL.
Me explico: los ensayos clínicos se realizan de una forma muy concreta y con protocolos específicos con el fin de obtener unos resultados fiables. Cada estudio y producto concreto requiere un protocolo concreto y normas concretas pero eso conlleva problemas escondidos que tienen que ver con la eliminación de variación en los resultados para obtener unos estadísticos consistentes. Al eliminar variabilidad se pierde mucha información, especialmente a nivel genético: no todo el mundo es igual, no todos los alelos de las enzimas son iguales, no todo el mundo detoxifica igual y así sucesivamente. La población asiática presenta un alelo distinto de la Alcohol Deshidrogenasa, lo que tiene que ver con su escasa resistencia a los espirituosos; la población negra tiene problemas cardiovasculares diferentes a los de la población caucásica; ciertas personas tienen alelos diferentes de los citocromos que detoxifican la cafeína y les hacen más sensibles o más tolerantes a los efectos del café...

Al tener estudios clínicos que buscan patrones de población concretos (jóvenes, sanos, etc.) se pierde el "realismo" del estudio y se obtiene una muestra que no es representativa de la población total. Normalmente, a los productos comercializados se les sigue en lo que se llama fase 4 y es entonces cuando se detectan muchos de esos casos atípicos que están escondidos en la variación intra e interpoblacional de aquellos genes implicados en el LADME (Liberación Absorción Distribución Metabolización y Excreción) de los fármacos.
Sólo recientemente se ha empezado, a raíz de este tipo de incidentes, a plantear de forma seria una serie de disciplinas asociadas a la farmacología que se ocupan de forma científica del estudio de estos fenómenos, me refiero a la Farmacogenética (el estudio de las variaciones genéticas en la interacción con los fármacos a nivel individual), la Farmacogenómica (idem pero a mayor escala) y la Farmacovigilancia. Hoy se habla mucho de las dos primeras por aquello de la medicina personalizada pero, en realidad, a lo que se refieren, de forma más útil e inmediata, es al estudio e implementación de mejoras en los tratamientos farmacológicos atendiendo a los perfiles genéticos de la población: un uso más eficiente de los fármacos de acuerdo con perfiles de respuesta a estos permitiría ahorros tremendos de dinero al poder alargar la vida útil de fármacos efectivos, que se descartan de forma radical sólo porque sus efectos secundarios más llamativos ocurren en porciones de la población que presentan hipersensibilidad y que podrían ser tratados mejor con otros.

domingo, 6 de marzo de 2011

Terror y Pavor.

De unas semanas para acá he tenido en la cabeza una idea acerca de dos interpretaciones de un mismo personaje que no he tenido tiempo para poner por aquí hasta ahora. Lo interesante acerca de ello es que son como variaciones sobre un mismo tema musical, ambas apropiadas y válidas pero que despiertan sensaciones diferentes. Me refiero a las dos versiones de el Joker, la de Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton de 1989 y la de Heath Ledger en el Caballero Oscuro de 2008.

Las diferencias son claras: el Joker de Nicholson toma la mayor parte de sus manerismos, no sólo su estética, de ese otro Joker tan pop de César Romero en la serie de los años sesenta. A la vez, la violencia de la película de Burton era más explícita y clara que en la serie, que no dejaba de ser un producto para audiencia infantil televisiva con insinuaciones y dobles sentidos para los adultos que captaban el surrealismo y dadaismo implícito en muchas de las situaciones. Sin embargo, había diferencias muy evidentes entre ambos Jokers.

El Joker de Nicholson, por histriónico y chistoso que sea, es un asesino psicótico que carece no ya de escrúpulos sino de cualquier tipo de freno. Su conducta, aunque está encaminada a la de convertirse en el único señor del crimen de Gotham, es caótica, aleatoria y caprichosa. Elimina o somete a los demás líderes del crimen organizado pero sus planes van encaminados a generar el pánico y crear el terror en la ciudad: desde los productos de uso diario con componentes químicos que al combinarse producen el compuesto letal SmileX que reproduce su rictus sonriente hasta el ataque con gas de idénticos efectos en medio de la ciudad. Pero esos planes, carentes de la lógica del enriquecimiento que es intrínsecamente criminal, están interrumpidos por dos obsesiones/caprichos que atienden a su demencia: Batman (agente causal de su estado) ; y Vicki Vale (objeto de sus "afectos"). Ambos personajes hacen que altere sus planes, si bien Batman está empeñado en ello con lógica, cuando, en realidad, podría llevarlos a término si obviase su presencia.
El Joker de Ledger, por otra parte, es mucho más darker and edgier y, sin ninguna duda, es ciertamente un Joker 9/11. Como dicen algunos, es un Joker tremendamente desagradable de ver y que convierte la experiencia en algo de lo que no se puede obtener placer alguno. Sus planes son mucho más resueltos y cuidadosos que los de su homónimo del 89 y se puede argumentar que hasta más inteligentes. Sin embargo... Sin embargo hay algo ahí que hace que chirrie un poco con el modelo del Joker. Es demente, es psicópata, es psicótico pero presenta lo que, en términos de esa escuela de vacuidades que es el departamento de Ciencias del Comportamiento del FBI* lo marca como un asesino en serie organizado, en contraste con el de Nicholson.
Todos esos planes (lo de los Bancos, lo del Alcalde, el hospital, los barcos y la ayudante del fiscal), todo ello hace que su demencia tenga método y que lo tenga más allá de la que siempre fue la lógica interna del Joker: causar caos. Este Joker, como dijo otro, tiene aspiraciones filosóficas/sociológicas, parece que está guiado por el guión para algo más que para generar un antagonista demente que inflija miedo al espectador.

Y así llegamos al punto de fricción, por así decirlo, entre los propósitos de ambas interpretaciones y los resultados: ¿cuál de los dos Jokers es más inquietante?

A mí me cuesta decidirme. Es cierto, Ledger bordó un papel en el que parecía que había caído del lado malo del nido del cuco, por así decirlo, y que hace preguntarse cosas sobre su fallecimiento posterior, pero ¿es suficiente el hecho de que el Joker de Nicholson sea histriónico y chistoso para aliviar el miedo que provoca que sea un asesino de masas que no se sabe dónde ni cuándo ni por qué va a golpear? En la película de Nolan se observa que el Joker mata a miembros del crimen organizado de forma "espectacular" y con toda la frialdad del mundo pero sólo observamos al de Nicholson matar a uno de sus propios hombres y, desde luego, nada dice "mantente lejos de ese tío" como un personaje que se carga a sus propios aliados.
Esta cuestión es discutible pero, aunque a la mayor parte de la gente le haya causado un efecto visual más obvio el rollo siniestro, sucio y "realista" del Joker de Nolan, creo que ambas formas del personaje son tremendamente peligrosas y desasosegantes. A partir de ahí, la cuestión de "gusto", supongo.


*En serio, leerse cualquier perfil psicológico generado por esta gente, en frío, te convence de que, en realidad, podría ser cualquiera. No dan prácticamente nada de información.