viernes, 19 de marzo de 2010

Hay días...

Hay días en que el mundo te sobrepasa. Hay días en que las circunstancias, simplemente, te rebasan, como Aníbal a los romanos. Hay días en que te sientes miserable y solo y como si el universo te hubiera escogido para arrojarte al fondo del barril y, aunque el sol brille, lo único que ves es oscuridad. El futuro se hace un agujero negro.

Esta semana se ha juntado suficiente presión, contando la heredada del mes pasado, para que, nuevamente, mi ánimo y mi moral se fueran a tomar por culo sin demasiadas contemplaciones. Un examen el martes, un trabajo para el jueves que viene sobre el que apenas pude leer nada, otro examen el viernes que viene, las prácticas de empresa, no saber qué coño voy a hacer después del máster... Todos los problemas juntos, cerrándose y asifixiándome. Mi gestión de la ansiedad y yo... Joder, menos mal que sólo queda una puta semana de teoría del máster.

Más de una vez intento abarcar todo, responsabilizarme y actuar de forma competente cubriendo todo lo que tengo encima e incluso convirtiendo en responsabilidades actividades que hago por placer. Me ha ocurrido con Karate, me ha ocurrido con las clases de alemán, me ha ocurrido con montones de cosas, intentando ser un puto boy-scout que se toma las cosas en serio y cumple con su deber en vez de dejarlo ir, de pasar del tema y no intentar estar a la altura siempre. No sé cómo me complico la vida así, porque en el fondo la recompensa no está a la altura de la tensión con la que me lo tomo.
Además, llevo a cuestas una sensación de culpabilidad por lo que percibo como errores, como ocasiones desperdiciadas de mi pasado. Paletadas de mierda de mi conducta obsesiva-compulsiva pero se suman a la sensación de que nada de lo que si he hecho haya servido realmente para mejorar mi futuro profesional y que el esfuerzo que si he hecho no ha servido realmente para nada, licenciatura y máster incluidos.

No he estudiado la suficiente neurobiología para saber cuáles son las bases concretas de la depresión. Aquellos con el grado superior, se que corresponden a personas que poseen desequilibrios de serotonina y tienen que estar tratados, o la gente que tiene trastorno bipolar, que tienen ciclos alterados en los neurotransmisores. En comparación, lo mío es un simple problema de gestión de la ansiedad en que mi personalidad obsesiva se junta con el mecanismo de estrés, la falta de luz solar y cuando mis niveles de cortisol se disparan entro en barrena. Suerte que no he tenido un ataque de ansiedad en años.
Lo peor de todo es cuando la gente no comprende que esto no es deseado, que no es por gusto, que estar jodido, amargado, deprimido y verlo todo oscuro y sin futuro no es agradable y que no quieres estar así. En esas temporadas lo mejor es estar lejos de todo el mundo, hasta que sientes que puedes socializar y que lo que llevas dentro no va a contaminarlo todo. En las últimas Navidades, cuando pudo venir de Dublín mi sobrino, estuvo en casa y coincidió con uno de estas temporadas, nada agradable, desde luego, y mi madre me picó y me presionó hasta que estallé. Nada bonito.
Hay días en que me gustaría que mi vida fuera de otro.

viernes, 12 de marzo de 2010

The Simple Life.

Plag... Utilizando directamente la idea de Barbijaputa, me hago hoy mi diseño:

-La casa es una pequeña villa en la Toscana, dentro del término municial de Florencia, con un huerto en el que se yerguen desafiantes dos manzanos: uno da manzanas rojas intensas; el otro da manzanas amarillas. En el huerto en sí están mis cultivos de espinacas, broccoli, pepinos, calabacines y los putos tomates de los cojones, que me han costado esfuerzos y desvelos. Mantengo las plagas de insectos a raya con piretrinas de los crisantemos que crecen delante de la casa, que extraigo yo mismo, y por suerte he podido controlar los hongos.

-La casa no es grande, tiene un atrio con un impluvium (del que aprovecho el agua para riego) y las habitaciones se reparten en torno al mismo, que en verano hace las veces de sala de estar. La casa tiene estilo romano, con las paredes enfoscadas y pintadas en un amarillo ligeramente anaranjado que contrasta con las tejas. Los marcos de las ventanas parecen sacados de un decorado de Samuel Bronston. El diseño aprovecha toda la luz natural posible, incluidas placas solares y toda la pesca.

-En uno de los laterales de la casa está la cocina, que tiene una especie de porche cubierto por fuera donde unos tipos me montaron un horno de leña (que me ha costado más de un pan y de una pizza carbonizada aprender a manejar). De vez en cuando preparo comidas al fresco con un buen éxito.

-Mi tiempo se reparte entre atender el huerto y escribir, escribir y escribir. He conseguido colocar unas novelas negras que no tienen malas ventas (hemos vendido los derechos de una traducción en inglés) y que los críticos han calificado como trasnochadas, con un estilo chandleriano pasado de moda, sin saber que eso me causa mil orgasmos internos. Periodistas y otra gente han querido entrevistarme pero mantengo mi anonimato como Thomas Pynchon. El actor que empleamos para la foto de mi ficha está hasta los cojones de que le confundan en la calle y maldice el día en que le contratamos.

-Por lo menos un par de veces por semana bajo a Florencia a pasear, meterme en la Santa Croce sólo a escuchar la multitud entre sus muros y dejarme llevar por el espíritu de la historia. Hay una chica bastante mona en una heladería, un poco más baja que yo, morena y con los ojos azules, que me echa miraditas cuando voy por allí de cuando en cuando pero me hago el tonto. No tendría futuro: mi italiano es una chufa y parecemos dos simios epilépticos al comunicarnos por gestos.

-Acogí a un alumno necesitado de la universidad de al que doy clases particulares, en inglés, de algunas de las asignaturas de biología. Le moldeo la cabeza un poco en torno a cómo enfocar el trabajo y soy más cabrón con él que sus propios profesores pero al menos le está rentando.

-Por las noches, cuando no llueve, salgo al porche que queda detrás de la cocina y me quedo mirando las estrellas. Por suerte, buena parte de la luz de Florencia queda atenuada por las colinas y puedo ver las constelaciones. He pensado que quizás haga una especie de planisferio y mientras me tomo un espresso considero seriamente comprar las pinturas.

lunes, 8 de marzo de 2010

Little Break.

Esta semana, iros a otro lado. A final de semana ya publicaré yo algo pero por ahora entretenéos con lo que le he escrito a Miss X (es divertida, es maja, es bitchy, es genial: ¡leedla!).