martes, 28 de octubre de 2008

Empezar es todo... pereza.

Bueno, aquí estamos de nuevo.

Hace ya tiempo dejé atrás mi viejo blog personal. El tiempo pasa, la gente cambia, las necesidades se hacen otras... Del mismo modo que decidí pasar de aquello, llevo un tiempo rumiando la idea de escribir sobre mis reflexiones y mis experiencias derivadas de mi primer año de trabajo y las que vendrán en el futuro. Esto en sí no tiene nada de raro y me imagino que por la blogosfera (sea lo que sea eso), habrá paletadas de blogs con ese mismo esquema. La gracia, imagino, está en el negocio al que me dedico.

El encabezamiento del blog creo que lo explica todo: después de un año licenciado en Biología, tengo el firme convencimiento de que la base diaria de mi trabajo, mi pan y mi mantequilla, como se diría en inglés, es, ni más ni menos, algo que podría hacer un simio adiestrado para ello. El trabajo de laboratorio en ciencias de la vida, a diario, es algo escasamente glamouroso, con un montón de tiempos muertos, aburrimiento, frustración y reiteración. El hecho de haber invertido cinco años o más de tu vida para conseguir un título te da una cualificación y unos conocimientos irrelevantes en relación con aquellas labores manuales que se uno desempeña en la primera línea de fuego, en la poyata.

En el fondo, prácticamente para tods las profesiones viene a ser igual: da lo mismo los años que uno haya pasado en la universidad, los cursos de verano, la nota de expediente... Al final te adiestran en el sitio en el que te contratan y pasas a ser un vulgar simio que mueve palancas y aprieta botones, poco más o menos. Claro que hasta para eso hace falta tener algo de talento y haber aprendido algo durante la licenciatura.

La verdad es que muchas de las cosas que forman ahora mis conclusiones sobre mi carrera profesional pasada, presente y futura, han ido sedimentando desde que mis responsabilidades fueron reduciéndose y pasando a mi sucesora en el puesto. Bueno, es algo largo de contar, pero para algo he empezado esta nueva empresa.